La huelga en el metro de Sao Paulo se ha vuelto un reto clave para el país antes de que la ciudad reciba el partido inaugural de la Copa el jueves.
La asamblea de trabajadores del metro decidió ayer domingo mantener la huelga que pide mejoras salariales a pesar de que la justicia brasileña la ha declarado ilegal.
La huelga en el metro de Sao Paulo se ha convertido en un conflicto de extrema gravedad que el gobierno de Rousseff, a pocos días del comienzo del Mundial, no ha podido resolver como hizo con las protestas protagonizadas la pasada semana por los «trabajadores sin techo».
Los trabajadores de la red de metro de Sao Paulo reivindicaban inicialmente un ajuste salarial de 35,5%, aunque sus reclamaciones han ido descendiendogradualmente hasta el 12,2% actual.
El gobierno estatal, que opera cuatro de las cinco líneas del metro de la ciudad, les propuso una mejora de 8,7%, casi un punto encima de su oferta anterior. La propuesta fue rechazada por el sindicato.
Un Tribunal Regional de Trabajo respaldó este domingo la oferta gubernamental, declaró «abusiva» la huelga y anunció multas diarias equivalentes a 223.000 dólares en caso de que continúe.
El sindicato decidió por mayoría continuar con la huelga pocas horas después, en medio de consideraciones que incluyeron el Mundial.
