El Ayuntamiento de Vilafranca del Cid, en Castellón, se opone a la apertura en el municipio de un hotel destinado a prácticas sadomasoquistas por considerar que no es «adecuado» para el municipio, que «se ha esforzado en la promoción de los valores naturales, patrimoniales y paisajísticos para atraer un turismo de calidad y familiar».
Esta ha sido la respuesta del Consistorio ante el anuncio de inauguración del establecimiento, que había previsto para este viernes, 1 de agosto, una fiesta con la que darse a conocer pero ante el «revuelo» que ha causado la noticia, ha tenido que ser cancelada.
El Ayuntamiento ha hecho público un comunicado en el que argumenta que «el establecimiento no dispone desde hace años de la preceptiva licencia de apertura como hotel, al no cumplir la normativa exigible». Además, señala que «únicamente disponía hasta la fecha de licencia de bar y restaurante» y que, ante la solicitud de la empresa gestora de un cambio de titularidad, se les requirió la documentación «y no se ha presentado» en el plazo otorgado.
Considera que no es «adecuada la existencia de un local de estas características» por el trabajo realizado para «atraer turismo de calidad y familiar» y por la «ubicación cercana al Santuario de la Virgen del Llosar, patrona del municipio, que recibe cada día decenas de visitas».
Desde la gerencia del hotel sostienen que «el local está abierto como bar y restaurante desde hace mes y medio y todo el mundo está contento con el servicio». «Si llevamos todo este tiempo en marcha es porque tenemos todo en regla». Reconocen que todavía no disponen de la licencia como hotel «porque falta instalar la escalera de evacuación en caso de incendio y las luces de emergencia y extintores», manifiestan que su voluntad era obtener el cambio de titularidad y el proyecto original de los antiguos dueños, para conseguir el permiso.
El empresario, de origen leridano, asegura que va a seguir adelante, aunque afirma ser consciente de que «no le van a facilitar la apertura». «Conocí a mi mujer en Castellón, vivo aquí con ella desde hace 14 años, no soy un desconocido que ha aparecido de la nada, he elegido el sitio porque me encantó, el paraje es precioso, tranquilo y discreto, igual que el edificio, que estaba abandonado y que he rehabilitado y adecentado con mucho mimo y cariño».
«No hacemos daño a nadie –prosigue–, no es nada ilegal, somos gente normal, no vamos vestidos con cuero, ni con un látigo en la mano.