A pesar de los esfuerzos de la ciencia aún no existe cura para el Ébola, pero a raíz del último terrible brote que está sufriendo África, los esfuerzos médicos se están multiplicando ante el brote más letal que ha provocado este virus.
Casi 750 personas han muerto debido al virus, incluyendo más de 50 trabajadores humanitarios, en Liberia y Sierra Leone.
De entre esos trabajadores humanitarios que han sido o están siendo repatriados a sus países de origen, el Dr. Kent Brantly podría haber sido la primera persona que hubiese mostrado combatir la enfermedad tras un tratamiento experimental que recibió antes de regresar a Estados Unidos.
El suero se ha aplicado también en lo que llama «una excepción compasiva» a Nancy Writebol, otra misionera infectada con Ébola y aunque su respuesta no fue tan buena se estabilizó lo suficiente como para poder ser trasladada a Estados Unidos.
Este suero, en mano de Estados Unidos, requiere un permiso especial para ser administrado, no ha superado las pertinentes pruebas sanitarias y está en fase de laboratorio.
Su desarrollo no se espera en poco tiempo y no parece que pueda frenar este virulento brote. Los obstáculos sanitarios, económicos, de producción y de traslado, hacen pensar en la imposibilidad de una administración masiva del suero a los cientos de personas infectadas por el Ébola.