El entrenamiento en altura o en hipoxia, está atravesando una especie de renacimiento y ganando popularidad entre los entrenadores y atletas que buscan obtener una ventaja competitiva con respecto a sus oponentes.
Además el uso de la hipoxia se está diversificando en las formas (hipoxia continua, hipoxia intermitente en reposo, ejercicio en hipoxia,…) así como en los objetivos, ya que la utilización de la hipoxia no se limita a los deportistas de fondo o alpinistas o escaladores de grandes altitudes, sino que está aumentando el entrenamiento hipóxico cara a la mejora del rendimiento físico en deportes que se pueden considerar mixtos aeróbico-anaeróbicos donde entran la mayor parte de los deportes de equipo.
Desde hace más de 40 años, en las Olimpíada de México, se estudian los efectos de la hipoxia y la mejora en el rendimiento del entrenamiento en altura.
A pesar de todos los estudios, no se sabe de forma absoluta y concreta los mecanismos que dan lugar a las mejoras en el rendimiento, y en ocasiones los entrenadores lo usan para aplicar un esfuerzo o estrés añadido a los sistemas o aparatos cardiovascular, neuromuscular, metabólico o hematológico.
Hasta hace poco el entrenamiento en altitud se planteaba exclusivamente para los deportistas de disciplinas de fondo o de resistencia, (muchos deportistas de elite a nivel mundial incluyen sesiones de hipoxia en reposo o de ejercicio en hipoxia como complemento a su entrenamiento).
Recientemente y tras encontrarse nuevas evidencias que apuntan a que el entrenamiento hipóxico puede ser beneficioso para los deportistas que compiten en eventos que tienen un componente aeróbico anaeróbico, ha despertado también el interés de atletas y entrenadores de deportes de equipo.