En varias regiones de china, cada servicio público proporcionado a un ciudadano, será accesible únicamente después de que el ciudadano haya donado sangre a cambio.
La región china de Shaanxi, con más de treinta millones de personas, y otras regiones como la de Zhejiang, que suma cincuenta millones, cobran en especie a sus ciudadanos por todo servicio que ofrecen. Un boda, la expedición de un carnet, o un certificado, son algunos de los ejemplos.
Las regulaciones de estas ciudades y regiones imponen «una contribución voluntaria de sangre» para poder disfrutar de los servicios municipales.
Si el solicitante se niega a esa «voluntariedad» no se le presta el servicio.
Cualquier ciudadano chino de estas zonas que pretenda obtener el permiso de conducir o el permiso para poder contraer matrimonio deberán obligatoriamente donar sangre al régimen comunista.
Desde hace tiempo las autoridades chinas exigen sangre a cambio de lo que denominan «incentivos». Así, en Zhejiang las familias que «generosamente ofrecen su propia sangre» obtendrán puntos extras para los niños que deseen inscribirse en la escuela secundaria.
Estos sucesos han conseguido resonancia internacional gracias a la red de blogs chino Weibo por lo que las críticas entre los propios chinos no se han hecho esperar pese a las represalias que pueden sufrir por parte del régimen chino. Y es que muchos usuarios critican la hipocresía del Estado que habla de «voluntariedad» cuando es obligado y otros que añaden que «donar debe ser un acto voluntario, no es ético para conseguir un servicio público».