El informe recoge los principales resultados sobre la evolución del tamaño del municipio y sus características esenciales, y las tendencias de los principales flujos demográficos: nacimientos, defunciones y movimientos migratorios.
Se observa la paulatina pérdida de población que se ha producido en Bilbao a lo largo de las últimas tres décadas y el progresivo envejecimiento de la población residente.
Se sabe que los factores clave de ese envejecimiento poblacional nacen de la drástica caída en los niveles de natalidad de finales de los años setenta y también del descenso de la tasa de mortalidad, vinculado a la mayor supervivencia de las edades maduras y avanzadas.
Se conoce, asimismo, que hasta el final de la primera década del presente siglo el saldo migratorio positivo ha logrado compensar el crecimiento natural negativo, es decir el mayor número de fallecidos sobre los nacidos.
Y todos, ciudadanía y gestores políticos y sociales, se puede entender que esas evoluciones de la estructura de la población van a incidir en el desarrollo futuro de nuestra sociedad y en las transferencias y demandas de bienes y servicios públicos y privados.
Con este punto de partida y para dar un paso más en el conocimiento de las dinámicas demográficas que dibujarán la estructura poblacional venidera, desde el Ayuntamiento de Bilbao se encargó la elaboración de unas estimaciones a corto y medio plazo de la población de Bilbao y sus distritos.
Sin ignorar el grado de incertidumbre asociado a las estimaciones de población, incertidumbre aún mayor al estar condicionada por un entorno económico incierto, las proyecciones aportarán información clave para la toma de decisiones en materia de servicios sociales, planificación urbana, transporte y movilidad o políticas de empleo.
Algunas conclusiones:
Seremos menos: En 2030, al finalizar el periodo proyectado Bilbao contará con 322.360 habitantes, lo que significará perder 27.509 desde
2013, un 7,9%
Y seremos más viejos: 29 de cada cien residentes, en Bilbao en 2030, tendrán más de 65 años
Con menos población en edades intermedias y jóvenes, lo que reducirá la tasa de reposición de la población en edad activa
Así, si en 2001 por cada 100 personas en edad de abandonar el mercado laboral (60 a 64 años), había 130 en edad de incorporarse (20
a 24 años), la cifra se reduce a 74 en 2013 y la proyección la sitúa en 54 en 2022
