Los daños físicos causados por el terremoto de Haití el 12 de enero de 2010 todavía son visibles en las casas, carreteras y edificios públicos. Más difícil es ver los daños psicológicos con los que muchos niños supervivientes al terremoto viven cada día.
Cinco años después de que el terremoto golpease Haití, muchos niños todavía tienen acceso limitado a la educación y algunos sufren explotación y violencia sexual después de que el ya frágil país se viese sumido en el caos tras el desastre natural. Muchos niños haitianos todavía muestran signos de estrés emocional y psicológico, y continúan necesitando ayuda y protección urgentes a día de hoy.
Su malestar continuado, junto con sus esperanzas para un futuro mejor son lo que Riccardo Venturi, ganador del premio World Press Photo en 1997 y 2011, ha intentado capturar en su visita a los programas de emergencia de Save the Children en Haití. Las imágenes de Venturi son un humilde homenaje a todos aquellos involucrados en la reconstrucción de Haití de que la respuesta internacional al desastre está dejos de haber terminado.
Los niños que han perdido a uno u ambos padres, no tienen familia, o todavía están viviendo en los campamentos para personas desplazadas, se enfrentan a un mayor riesgo de explotación, ya que la violencia sexual contra los niños en dichos asentamientos es común.
“No me siento segura aquí porque la gente no se respeta la una a la otra. Hay muchos casos de abuso” explica *Marie Darline, una niña de 15 años que ha estado viviendo un campamento de refugiados internos en Haití durante cuatro años.
Ella es una de las más de 85.500 personas que todavía viven en viviendas temporales después del terremoto. De ellos, más de la mitad son niños.
“Si mi madre y mi padre estuvieran vivos me sentiría protegida. No me dejaría vivir así” dice Lovely*, una trabajadora doméstica de 14 años que vive y trabaja en Puerto Príncipe.
Desde la muerte de sus padres en 2010, Lovely se ha visto obligada a trabajar para sobrevivir y a menudo recibe palizas y es maltratada. Tristemente, la historia de Lovely es el reflejo de los aproximadamente 225.000 niños con edades entre 5 y 17 años que se encuentra económicamente atrapados como trabajadores domésticos, con pocas o ninguna oportunidad de escapar de sus duras condiciones de vida.
Lovely*, Marie*, y otros niños que aparecen en la serie de fotografías de Venturi ilustran los miedos y esperanzas el futuro de los niños de Haití.
“Cuando me dirigí a Haití en 2010, justo después de terremoto, vi el miedo y el shock de la población y, especialmente, de los niños”, explica.
“Pero los niños tienen una capacidad increíble de sonreír y de vivir cada día al máximo. Los niños de Haití están siempre llenos de energía positiva, pero hoy, bajo la superficie es fácil ver los signos del sufrimiento y el estrés emocional que todavía experimentan a causa del terremoto y de las dificultades a las que se enfrentan en su día a día.
“Muchas de mis imágenes intentan capturar su mirada de melancolía velada manteniendo siempre su sentido de la dignidad”.
Kevin Novotny, Director de País de Save the Children en Haití, explica que los retratos de Venturi también muestran la voluntad de los niños de ser activos en el proceso de recuperación, participando más que aceptando de forma pasiva lo que no les funcional.
“Desde Save the Children, animan a los niños a que desarrollen sus propias capacidades a través de todos nuestros programas en términos de educación y protección. Este enfoque también contribuye a incrementar la capacidad de recuperación de las familias y de la comunidad construyendo mejores oportunidades para el futuro”.