Navalvillar de Pela se dispone a celebrar una de sus fiestas más populares, la Encamisá, dentro de los festejos de San Atón 2015, desde el 9 hasta el 31 de enero, con un amplio programa de actividades.
‘La Encamisá’, declarada Fiesta de Interés Turístico Regional, tendrá su punto álgido el próximo fin de semana con la celebración de la conocida como ‘Carrera de San Antón’ y diversas actividades culturales programadas con motivo de esta festividad.
El próximo viernes, 16 de enero, día de San Fulgencio, las actividades comienzan a las 7,00 horas con la salida de los tractores y remolques para la recogida de la leña. Ya por la tarde se celebrará un pasacalles y a la bendición de los animales en la parroquia de Santa Catalina de Alejandría.
Minutos antes de las 20,00 horas tendrá lugar el pregón de las fiestas, que este año pronunciará la mayordoma de la Asociación Cofradía de San Antón, María Isabel Reyes Asensio, tras el cual, y con repique de campanas comenzará La Encamisá. Un recorrido de tres horas para peleños y forasteros, a caballo, en burros o pie, lanzando vivas a San Antón.
El sábado, 17 de enero, día de San Antón, se celebra una misa en honor al patrón y se sube en procesión hasta la su ermita, precedida por caballos y jinetes engalanados para la ocasión. Ya por la noche habrá un concierto del dúo Los Rebujitos y el domingo se reserva para el concurso de cucañas y juegos populares, así como la ‘suelta del guarro’ para los niños.
La Encamisá conmemora la victoria de los peleños frente a un ejército árabe en tiempos lejanos:
Cuenta la tradición, que allá por la edad media, los árabes en sus conquistas por la península, llegaron hasta los alrededores de Navalvillar de Pela, con la clara intención de invadir el pueblo.
Los peleños, viendo la intención del ejército moro, y sabiendo que eran inferiores en número y armas, se dispusieron a idear una estrategia. La intención era hacer creer al ejército enemigo que el pueblo contaba con una fuerte defensa.
Utilizando la oscuridad de la noche, encendieron numerosas y grandes hogueras, a caballo galoparon veloces portando hachas encendidas con estruendo de tambores, cencerros y campanillas dando vueltas por las estrechas calles del pueblo formando un gran escándalo, todo ello para impresionar a las fuerzas invasoras.
Los jinetes debían intimidar, para ello, se ataviaron con gorros puntiagudos que a gigantes asemejan y para tener más ligereza se vistieron con amplias camisas blancas.El ejército moro, al ver tal algarabía, huyó despavoridos creyendo que se trataba de un ejército numeroso y fantasmal.