Fue en la celebración de un bautizo común a 33 niños: “Si los niños tienen hambre, madres, dadles de comer sin pensarlo dos veces, porque son las personas más importantes que se encuentran aquí”.
Este domingo y siguiendo la tradición que inició Juan Pablo II, el Papa Francisco celebraba el bautizo de 33 recién nacidos, hijos de los trabajadores del Vaticano, en la Capilla Sixtina.
Como era de esperar con tantos bebés, algunos de ellos lloraban durante la eucaristía. El Papa se dirigió a los presentes y dijo: “Si los niños tienen hambre, madres, dadles de comer sin pensarlo dos veces, porque son las personas más importantes que se encuentran aquí”.
«Damos gracias al Señor por el don de la leche, y rezamos por aquellas madres -son tantas por desgracia- que no pueden dar de comer a sus hijos».
“Tenemos aquí un coro con nosotros, pero el coro más hermoso es el de los niños que hacen ruido. Algunos lloran porque no están cómodos, otros porque tienen hambre”, expresó. A continuación, animó a los presentes a que no se sintieran intimidados por el lugar en el que se encontraban, y que dieran de comer a los pequeños si así ellos lo deseaban.
«Madres ustedes pueden dar leche a sus hijos, incluso ahora, si ellos lloran porque tienen hambre, amamántenlos, no se preocupen», de acuerdo a un texto preparado especialmente para ese celebración, Francisco dedicó su sermón a defender la lactancia indicando que igual que la leche hace en el cuerpo del niño, la palabra de Dios lo hace para el Espíritu.
Incluso antes de leer la homilía, al menos una de las madres fue vista amamantando a su bebé, quizás tras recordar que el Papa había usado palabras similares en el pasado sobre el tema.
El bautizo multitudinario también tuvo una simbólica novedad: uno de los pequeños que recibió el sacramento proviene de un matrimonio unido por lo civil.
