La obra de Basterretxea completará, junto con las grandes obras de Oteiza y Chillida, el eje de trabajos escultóricos situados delante del mar.
No obstante, no será la primera vez en la que La Paloma de la Paz esté frente al mar: el 21 de diciembre de 1988 se inauguró en el Paseo de la Zurriola.
Pocos años después, cuando comenzaron las obras del Kursaal, fue trasladada a Amara; ese cambio fue provisional, y el propio Nestor Basterretxea admitió el cambio bajo la condición de que la obra regresara a un punto situado delante del mar. Colocarlo en la zona de Sagüés, por lo tanto, saldará la deuda que existía hacia la memoria del artista.