Los restos de Miguel de Cervantes descansan desde este jueves en una lápida en la iglesia de San Ildefonso del convento de las Trinitarias, en pleno Barrio de las Letras, cumpliendo así la última voluntad del ‘Príncipe de los Ingenios’.
Hoy se pueden visitar en horario de misa y durante el fin de semana se ha habilitado un horario especial. Este sábado y domingo se podrá acceder a la iglesia para ver la lápida de 11 a 14 horas y de 16 a 19.30 horas. Más adelante se fijará el horario definitivo de visitas en este templo, de las monjas de clausura trinitarias.
La alcaldesa en funciones de Madrid, Ana Botella, ha colocado una corona de laurel en el monumento funerario instalado en la iglesia. Lo ha hecho junto al vicario de Vida Consagrada del Arzobispado de Madrid, Joaquín Martín Abad, el general de brigada Antonio Nadal en representación del Ejército de Tierra, y el director de la Real Academia Española, Darío Villanueva.
La lápida alberga los restos del autor del Quijote y los de otras personas identificadas tras los trabajos arqueológicos. Cuenta con una placa sobre pieza caliza encima de un soporte tallado en granito en el Taller de Cantería Municipal. La lápida queda integrada en el interior barroco de la iglesia, declarada Bien de Interés Cultural.
«Es hora de decir: don Miguel, misión cumplida», ha señalado la alcaldesa en su último acto público. «Cervantes vuelve a estar donde quiso estar, donde le dictó su buena conciencia en gratitud a la orden religiosa de las Trinitarias, que puso fin a sus cinco años y medio de suplicio en la prisión de Argel», ha añadido tras descubrir el monumento, cubierto por una bandera de España.
En la placa se puede leer el siguiente texto, redactado por la Real Academia Española: «Yace aquí Miguel de Cervantes Saavedra 1547-1616. El tiempo es breve/ las ansias crecen/ las esperanzas menguan/ y con todo esto/ llevo la vida sobre el deseo/ que tengo de vivir». Las palabras son de ‘Los trabajos de Persiles y Segismunda’.
Miguel de Cervantes ha recibido honores militares como soldado de España por parte de los regimientos del Ejército español herederos de los tercios en los que militó durante su servicio al rey y antes de que sonara ‘La muerte no es el final’ y el himno de España.