La tenía un empresario granadino que la ha cedido a la Fundación Titanic.
Fundida en bronce y plata, con unas medidas de 28,5 X 37 cms y un peso de aproximadamente 1,8 kilos, tenia luz interior, que alumbraba una pequeña ventana donde aparece la imagen del Titanic, conservando todavía su lámpara y su cable eléctrico original, lo que significa que ha permanecido más de cien años guardada, sin utilizar su luz interior.
El día 9 de abril de 1912, en un acto celebrado en el Ayuntamiento de Southampton, el presidente de la Royal Mail Steamship Union (Real Unión de Vapores Correo), entregó a Lord Williams James Pirríe, alcalde de la ciudad y presidente de Harland and Wolff los astilleros donde se acababa de construir el Titanic, una placa de bronce y plata, reconociendo al Titanic como «el mayor, más largo y mejor vapor flotando construido por el hombre», nombrándole «La reina del Océano». Este reconocimiento, que tuvo una notable repercusión mediática en su momento, fue llevado al despacho profesional del presidente de los astilleros, y ahí se le perdió la pista.
Hace doce años, un ciudadano británico se la ofreció a un marchante de arte, en Barcelona, intentándosela vender sin conocer, naturalmente, la historia de la misma, ni él, ni el marchante al que se la ofreció.
Leo Lorenzo Sancho, nieto del anticuario barcelonés y joven fanático del Titanic, que casualmente acompañaba a su abuelo y escuchó la conversación, se interesó por la placa «para decorar su habitación», y acabó comprándosela.
Hace unos días, Leo Lorenzo, propietario de una tienda de arte en Granada, ofreció a la Fundación Titanic esta original, y valiosa pieza, para que sea expuesta en la exposición Titanic The Reconstruction, que puede visitarse en el Parque de las Ciencias de Granada, donde esta placa es una de sus piezas estrella.
Aunque se han ofrecido importantes cantidades por adquirir esta pieza, su propietario, por ahora, no tiene intención de venderla, sino de que sea expuesta al público.