El incendio de la antigua nave de Freiremar ha perjudicado especialmente a la conservera Albo, que tenía almacenados varios millones de latas de atún y pulpo apiladas en palés en un habitáculo que había alquilado al dueño de la factoría cerrada.
Se estima que podían contarse hasta 5 millones de envases listos para comercializar.
Las pérdidas para la actual propiedad de la nave, Frigalsa y Coper SL, que pretendían abrir en septiembre un depósito frigorífico de túnidos, también son cuantiosas. El techo metálico y la estructura han quedado destruidos por las llamas. Las dos fachadas de la fábrica corrían riesgo de derrumbe, pero los técnicos municipales que visitaron la zona estiman que resistirán.
Los bomberos eliminaron los últimos rescoldos y agentes de la Policía Científica y el comisario jefe de Vigo, José Muñoz, inspeccionaron los restos de la factoría.
La principal línea de investigación apunta a que el incendio se produjo fortuitamente porque los operarios, al parecer, no observaron todas las normas de seguridad cuando se suelda la chapa, ya que uno de ellos tenía que estar con un extintor en la mano mientras el otro trabajaba por si saltaban chispas.
Las llamas se extendieron rápidamente porque el lugar en el que realizaban la reforma estaba repleto de mantas y material de revestimiento altamente combustible. En la nave colindante, Albo tenía almacenados millones de latas que al reventar y verter el aceite acrecentaron el siniestro.