Aranzadi comienza la excavación arqueológica en el túnel de San Adrián, en la sierra gipuzcoana de Aizkorri.
Como viene siendo habitual en la primera quincena de agosto se han comenzado las excavaciones arqueológicas en San Adrián, que se llevan a cabo desde el año 2008.
Los directores de la excavación, Alfredo Moraza y Manu Ceberio tienen sus miras puestas en los niveles paleolíticos donde se centrarán la mayor parte del tiempo. Otro de los objetivos de este año serán las estructuras relacionadas con la calzada de la Edad Media y Época Moderna. Además de esto, los arqueoólogos quieren centrarse este año en la búsqueda de posibles estructuras ocultas hoy en día. La segunda quincena del mes el material recuperado se llevará al laboratorio para su posterior procesado y estudio.
La cueva de San Adrián-Lizarrate, a 1.000 metros de altitud en la sierra de Aizkorri es el túnel natural constituye un paso estratégico que comunica Álava y Gipuzkoa y, desde tiempos prehistóricos, fue zona de paso entre el interior de la Península Ibérica y Europa, según indica la sociedad.
Durante la Edad Media se construyó a través de la cueva una calzada para comunicar los reinos de Castilla y de Francia. Debido a su carácter estratégico, esta vía acogió el Camino de Santiago y la cueva fue fortificada en sucesivas ocasiones hasta su abandono a finales del siglo XIX. Actualmente, todavía pueden observarse las ruinas de diferentes construcciones y estructuras fortificadas, que han enmascarado el potencial prehistórico de la cueva.
Desde 2008, la Sociedad de Ciencias Aranzadi, con el apoyo de la Diputación Foral de Gipuzkoa, el ayuntamiento de Zegama y la Parzonería General, desarrolla trabajos arqueológicos destinados a evaluar, registrar y poner en valor el potencial arqueológico de San Adrián. Como resultado de estos trabajos la asociación ha podido reconocer “diversas fases de ocupación de la cueva, llegando hasta los tiempos prehistóricos”.
Los sondeos y excavaciones arqueológicas realizadas han sacado a la luz fases de ocupación intensa de la cueva durante la Edad del Bronce, lo que constituyó “el hábitat más importante conocido para la época en Gipuzkoa”. Los restos recuperados comprenden estructuras, fragmentos cerámicos, útiles en sílex, huesos y restos vegetales, que permiten conocer los modos de vida y el entorno natural de estos agricultores y ganaderos prehistóricos.
Recientemente, por debajo de estas ocupaciones se han descubierto fases aún más antiguas, que llegan hasta el final de la última glaciación (12.000 años a. C.), indica la Sociedad Aranzadi. En esta época, los cazadores-recolectores del Magdaleniense Final “dejaron multitud de restos, de huesos de presas cazadas y de útiles en sílex, dando “testimonio de sus recorridos entre el valle del Ebro y la costa cantábrica”, a través de esta cueva.