El mítico café, que cerró sus puertas el 27 de julio, está catalogado con nivel I de protección, reservado a aquellos locales de gran valor y que implica la conservación integral de su arquitectura
El establecimiento podrá tener uso residencial, industrial, de hospedaje, comercial, de oficinas o recreativo, entre otros, siempre que se respeten íntegramente los elementos protegidos, que son casi todos
Las escaleras, el mostrador o las lámparas que adornan el salón del café más antiguo de Madrid, el Café Comercial de la Glorieta de Bilbao, seguirán siendo las mismas que tenía el local hasta su cierre, el pasado 27 de julio, sea cual sea el uso que tenga el local en el futuro. Y es que este establecimiento está catalogado con nivel I de protección de la Dirección General de Edificación, que corresponde a aquellos establecimientos de gran valor en los que se pretende la conservación integral de su organización arquitectónica, tanto en acabados como en materiales.
El Café Comercial por lo tanto, fundado en 1887, está protegido arquitectónicamente en su integridad, tanto la escalera, la fachada y el salón, así como sus paramentos verticales, techos, mostrador, lámparas, paños, rótulo, muebles auxiliares y otro tipo de mobiliario.
No obstante, el local podría cambiar de uso, siempre y cuando mantenga en su integridad sus elementos catalogados, que son casi todos, y no se admitirá ningún uso que implique la realización de obras que puedan poner en peligro alguno de ellos. Así, serían admisibles los usos residencial, industrial, hospedaje, comercial, oficinas, recreativo, dotacional, y otros servicios terciarios. Además se admitirán otros usos autorizables para los que sería necesario tramitar previamente un Plan Especial.
Dentro de los usos recreativos, se contempla la posibilidad de la planta baja e inferior para salas reunión con aforo inferior a 50 personas; establecimientos de consumo de bebidas y comidas con aforo inferior a 100 personas; y espectáculos con aforo inferior a 300 personas.
El Ayuntamiento de Madrid garantiza así la conservación de un espacio emblemático y entrañable para los madrileños, que en sus 128 años de historia ha sido espacio de tertulias para escritores como Machado, Jardiel Poncela, Rafael Azcona o Sánchez Ferlosio, y ha servido de encuentro de músicos, cantantes y toreros, entre otras personalidades.