La credulidad es la disposición que tienen algunas personas a creerse todo lo que les cuentan. Si nos preguntan si somos crédulos, si nos tragamos todo lo que nos ponen delante, es bastante probable que respondamos que no, pero a tenor de lo que observo en las redes sociales, no pondría la mano en el fuego por nadie.
En los últimos días ha vuelto a circular una entrevista a Laszlo Bock, jefe de Recursos Humanos de Google, que le hizo el New York Times en junio del 2013 versionada por el Confidencial con el substancioso título “El expediente académico no sirve para nada”.
Lo he visto compartido en dos de mis redes de referencia por diversas personas y a algunas de ellas las considero de confianza tanto porque las conozco como por su trayectoria profesional creo que más guiados por lo provocativo del título que por el contenido que acoge o por su nivel de acuerdo con el mismo.
Si nos atenemos al título publicado por El Confidencial, podríamos sacar la conclusión que no sirve para nada tener un buen expediente y ni tan solo tener estudios superiores. Si vamos al texto original en inglés vemos que esta conclusión forma parte de una autocrítica a los criterios de selección dentro de los que se incluye el tener en cuenta, como criterio principal, el expediente académico y las notas obtenidas en la universidad.
Me ha llamado la atención uno de los comentarios, ya he dicho que eran pocos, que sentenciaba de manera más o menos literal el por qué compartía el artículo con un “más claro imposible”. Supongo que se trataba de alguien que había manifestado en alguna ocasión la inutilidad de tener estudios o un buen expediente para inserirse en el mercado laboral y acababa de encontrar el apoyo que necesitaba para confirmar su hipótesis.
Lazlo Bock basa su crítica al uso del expediente académico como método de selección por el desfase que existe entre lo que se enseña en la universidad y las necesidades de su empresa y aboga por otros métodos basados en casos prácticos. También afirma que en el 14% de los equipos de trabajo, nos hemos de remontar a hace tres años, son personas que nunca han pisado la universidad.
Es posible que los resultados obtenidos en la universidad no sea el mejor criterio para ver si una persona está suficientemente cualificada para un puesto de trabajo concreto, pero de aquí a generalizar la inutilidad de los estudios hay un buen trecho.
¿Tener estudios superiores es o no es un elemento diferenciador?
En muchos casos si, por supuesto. Quien ha sido capaz de haber profundizado durante varios años, tres, cuatro, cinco, sobre un campo en concreto siguiendo un plan de estudios validado ha adquirido dos cosas fundamentales: conocimiento y método. El conocimiento pone a nuestro alcance el camino que otros han recorrido con sus aciertos y fallos para poder seguir avanzando sin tener que comenzar desde cero y el método mantiene despierto el sentido crítico, el no dar nada por supuesto para buscar siempre el por qué de las cosas.
Bajo estas premisas, haber pasado por la universidad es un elemento de Marca Personal porque permite suponer unos conocimientos y unas habilidades de abordaje de problemas que no todas las personas tienen.
Es cierto que la universidad no ofrece en todos los casos la formación necesaria para cubrir todas las necesidades de las empresas y que sería deseable una mayor convergencia para permitir incorporaciones rápidas al proceso de trabajo ahorrando costes de formación adicional que deben sufragar las empresas y también es cierto que para algunas ocupaciones no es necesario de entrada tener conocimiento y sí entrenamiento. Y también que determinado tipo de conocimiento se puede adquirir a través de la práctica y esto último lleva tiempo y es una inversión que alguien tiene que sufragar.
El conocimiento aleja de la credulidad, de aceptar las cosas como son sin ser capaces de ver la posibilidad de cambiarlas. El conocimiento es cómodo porque agiliza los procesos de comprensión y de cambio pero a su vez es incómodo porque convierte a las personas en críticas e inconformistas. Finalmente el conocimiento facilita los procesos de encaje y cambio cuando es necesario adaptarse a nuevos contextos y nuevas situaciones.
Banalizar el conocimiento, querer demostrar su falta de utilidad, centrarlo sólo en habilidades prácticas conduce a una sociedad con marca débil porque pone trabas a que las persones brillen y dejen huella.
Por Jordi Collell. PersonalBrandingQueMarca.