Investigadores del Grupo de Ecología Marina y Paleooceanografía, perteneciente al Observatorio Marino de Asturias de la Universidad de Oviedo, han confirmado ahora con datos del Cañón de Avilés que se cumple la hipótesis de que el pez grande se come al chico.
Técnicamente, esta idea aparentemente simple, muy arraigada en la sabiduría popular, implica que los animales más pequeños ocuparían los niveles tróficos inferiores, más próximos a la base de la pirámide trófica –los herbívoros–, mientras que los superpredadores más grandes estarían situados en la cúspide.
Los investigadores autores del trabajo, que ha sido publicado en la revista Ecology, subrayan que, a pesar de que esta hipótesis está fuertemente afianzada y es aceptada científicamente como uno de los rasgos característicos de la estructura de los ecosistemas, hasta la fecha no se apoyaba en un conjunto amplio de datos. La forma tradicional para estimar el nivel trófico de un organismo es mediante el análisis de su contenido digestivo, o mediante observaciones in situ de su comportamiento de selección de presas. Estos enfoques son sumamente laboriosos, lo que dificulta la medición del nivel trófico en un conjunto suficientemente amplio y representativo de animales dentro de un ecosistema.
El estudio de la Universidad de Oviedo, publicado en la revista ‘Ecology’, concluye que en el gran valle submarino asturiano los depredadores pesan entre 1.000 y 4.000 veces más que sus presas.
El nuevo estudio, dirigido por José Luis Acuña, profesor del Departamento de Biología de Organismos y Sistemas, y liderado por la estudiante de doctorado Sonia Romero Romero, como primera firmante, se basa en el análisis del 15N, un isótopo estable del nitrógeno.
El 15N es menos abundante que el isótopo normal -14N-, y se acumula en los tejidos con cada transferencia entre depredador y presa. Es decir, cuanto más alta es la proporción de 15N en el cuerpo de un animal, más alta es su posición trófica. Utilizando ésta técnica, los investigadores han logrado estimar simultáneamente la masa corporal y el nivel trófico en 897 ejemplares de diversas especies de animales recogidos en el Cañón de Avilés.
El análisis abarca desde minúsculos crustáceos que se alimentan de microalgas hasta los grandes calamares gigantes y cetáceos característicos de este ecosistema, pasando por diversos peces, aves, equinodermos y otros taxones que habitan el fondo y la columna de agua. Han cubierto de este modo un rango de pesos corporales de 11 órdenes de magnitud y han confirmado que los cachalotes se encuentran en la cúspide de la cadena trófica, seguidos de cerca por calamares gigantes y estrellas de mar. La investigación revela que en el gran valle submarino de la costa asturiana los depredadores pesan entre 1.000 y 4.000 veces más que sus presas.