Los dirigentes de Unión Europea han consensuado esta medianoche una posición común con las «líneas rojas» para que el presidente del Consejo europeo, Donald Tusk, cierre en las próximas horas un acuerdo con Turquía, para deportar a este país a los inmigrantes irregulares que lleguen a Grecia, incluidos los refugiados sirios.
No se ha cerrado sin embargo un texto definitivo porque debe ser pactado con el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu y porque el borrador de declaración conjunta incluye «algunos elementos que no son aceptables» por todos los Estados miembros.
Jean-Claude Juncker, y el primer ministro holandés, Mark Rutte, formarán con Tusk el equipo negociador que examinará la oferta de acuerdo con Davutoglu esta misma mañana.
«El acuerdo es posible, aunque aún muy difícil», ha declarado Rutte a la prensa al término de la primera jornada de cumbre europea.
Los líderes europeos han incorporado cambios «mínimos» en la propuesta de acuerdo para expulsar a los refugiados sirios a Turquía, con el objetivo de reforzar el papel del Alto Comisionado de Naciones Unidas para el Refugiado (ACNUR) en el proceso y también de subrayar que cada demanda de asilo será tratada de manera individual.
Se trata de modificaciones en la «buena dirección» para reforzar la «legalidad» del proceso de retorno, según han indicado fuentes europeas, después de las duras críticas recibidas en la última semana a un acuerdo que el propio ACNUR y otras organizaciones humanitarias han tachado de «ilegal» y contrario a la Convención de Ginebra.
Otra novedad es que a la hora de seleccionar a los candidatos a ser reubicados en los Estados miembros directamente desde Turquía –a cambio de que Ankara acepte el retorno de los refugiados– se tengan en cuenta los «criterios de vulnerabilidad de Naciones Unidas; una idea introducida a petición de España.
A cambio de que Ankara acepte el retorno de todos los inmigrantes irregulares llegados a Grecia, la UE se compromete a reubicar en los Estados miembros a un número equivalente de refugiados sirios instalados ya en Turquía, bajo el patrón de «uno por uno», hasta que se logre frenar el flujo irregular en la frontera.
El objetivo europeo es que, cuando el paso «se reduzca a cero o prácticamente a cero», el modelo de acogida se transforme en un mecanismo voluntario de reubicación, en el que, por el momento, sólo Alemania y otros seis países se han mostrado dispuestos a participar.
El Gobierno turco aspira, además, a doblar hasta los 6.000 millones de euros la ayuda europea recibida para atender a los refugiados y agilizar tanto el fin de la exigencia de visados, como la apertura de nuevos capítulos para la adhesión.