El Guadiamar sigue contaminado 18 años después del vertido de Boliden

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Científicos del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología (IRNA) de Sevilla, recomiendan que se vuelvan a limpiar algunas zonas del río Guadiamar que no fueron suficientemente descontaminadas tras el vertido tóxico causado hace ahora 18 años por la mina de Aznalcóllar.

Este equipo, denominado Foil Plant, realiza un seguimiento científico de la contaminación por metales pesados en la cuenca del Guadiamar desde el 25 de abril de 1998, cuando la rotura de la balsa de residuos de la mina de Aznalcóllar vertió siete millones de metros cúbicos de lodos tóxicos que contaminaron 4.634 hectáreas del cauce de este río.

La urgencia por actuar tras el desastre ecológico, la dificultad orográfica y otras cuestiones determinaron que la limpieza inicial de la zona alta del Guadiamar -comprendida entre la balsa minera y el puente de las Doblas, en la carretera nacional Sevilla-Huelva- no se descontaminaran adecuadamente.

Los últimos análisis realizados en esta zona norte del Guadiamar evidencian que en algunos puntos los niveles de contaminación «siguen siendo muy altos», en especial, de arsénico y plomo, que superan concentraciones de hasta 200 miligramos por kilo, «muy superiores a los niveles normales y que la legislación de algunos países europeos obliga a aplicar labores de descontaminación».

Recomiendan distinguir entre esta contaminación fijada al suelo y la denominada «móvil», la que transportan plantas y animales y que es muy baja en la mayoría de los lugares del Corredor Verde del Guadiamar, denominación de este río tras su descontaminación.

El Corredor Verde es también una figura de protección del Guadiamar, creada tras expropiarse sus orillas para impedir que cultivos agrícolas y cabezas de ganado transmitieran los metales pesados a la cadena alimentaria.

La oxidación de los restos de azufre acumulados en el Guadiamar tras el accidente minero también ha causado un «drenaje ácido» que ha rebajado los niveles del ph de la zona hasta valores extremadamente bajos.

También proponen compensar estos bajos niveles de ph con la aportación de materiales calizos, como el carbocal, un desecho de la producción remolachera.
Ha destacado que el hecho de que el Corredor Verde del Guadiamar, 18 años después del accidente minero, «se ve muy atractivo, está muy verde y tiene mucha vegetación» puede «inducir a pensar que está recuperado, pero no es así».

Advierten de que no es recomendable recoger setas en el Guadiamar ni que el ganado paste en otoño, cuando el pasto es muy bajo y existe más riesgo de que los animales transporten partículas contaminadas del suelo.