La Policía ha acusado a 22 personas, entre ellas tres monjes budistas, por tráfico de especies salvajes en el marco de la operación contra el Templo del Tigre de Kanchaburi, en el oeste de Tailandia, en el que mientras se trasladaba a los 137 tigres que había en el templo a varios parques naturales se descubrieron los restos de 40 crías en un congelador.
La investigación de las autoridades tailandesas continúa dirigida a hallar vínculos con traficantes internacionales, investigación que estará supervisada por el subcomisario de la Policía Nacional, el general Chalermkiat Srivorakan.
«Estamos siguiendo de cerca esta posibilidad y comprobaremos si todos los productos que hemos hallado en el templo están relacionados con el tráfico de especies salvajes a nivel internacional o si estaban siendo almacenados, con qué proposito», ha explicado el comisario de la Policía, Chaktip Chaijind.
Además de cobrar casi 17 dólares a los turistas por la entrada, el Templo del Tigre también cobraba por posar junto a los tigres o alimentar con biberones a las crías, lo que les proporcionaba unos ingresos de unos 3 millones de euros anuales.
Ahora las puertas del templo han quedado cerradas tras una década de denuncias de activistas por tráfico ilegal de animales.
A pesar de que existe un acuerdo internacional desde 2007 que estipula que los tigres no deben ser criados con fines comerciales, este escándalo ha puesto al descubierto que pasa exactamente lo contrario y que el mercado de partes de los tigres en cautiverio va en aumento.