Según una investigación del periódico ‘The New York Times’, alrededor de 20 de los militares estadounidenses que participaron en la limpieza de Palomares después del accidente nuclear del 17 de enero de 1966 han desarrollado cáncer.
De los 40 veteranos que el rotativo ha logrado identificar entre el personal que participó en las labores que se prolongaron tres meses, un total de 21 ha desarrollado la enfermedad y de ellos nueve han fallecido por el cáncer; lo que supone más de la mitad de los militares identificados.
En las entrevistas con los supervivientes relatan cómo recogieron la tierra contaminada por el plutonio de las bombas caídas tras el choque de dos aviones de la Fuerza Aérea de EEUU sin protección. “No nos hablaron de radiación, plutonio ni nada parecido”, afirma Frank Thompson, que tiene 72 años y lidia con un cáncer de hígado, pulmón y riñón. Su tratamiento le cuesta 1.900 euros al mes y sería gratis si la Fuerza Aérea le reconociese que fue víctima de la radiación en Palomares.
Las pruebas a las que se sometió al personal de limpieza durante los trabajos sugerían que los participantes en las tareas de limpieza tenían niveles elevados de plutonio en su cuerpo, pero la Fuerza Aérea los consideró «claramente irrealistas», señala el rotativo.
Un oficial de la policía militar, recuerda que le ordenaron recoger con las manos desnudas fragmentos radiactivos, que debía guardar en una bolsa de plástico. “Un par de veces me controlaron con un contador Geiger, que se salía de la escala. Nunca apuntaron mi nombre ni me hicieron un seguimiento”, relata.
La tropa se alimentaba con productos de la zona, sobre todo tomates. Productos que la población local rechazaba.
En Palomares aún quedan unos 50.000 metros cúbicos de tierra contaminada con plutonio que España quiere que Estados Unidos se lleve a un cementerio nuclear dentro de su territorio.