Medios de comunicación social: el Cuarto Poder

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Comunicación: «Poner a la luz de todos». Del latín «Comunis: Común».
Periodismo: «Captación y tratamiento, escrito, oral, visual o gráfico, de la información en cualquiera de sus formas y variedades». Definiciones de la Real Academia Española (RAE).

Quería reflexionar sobre la importancia e incidencia de los medios de comunicación social sobre la sociedad y sus componentes, una asociación de empresas e intereses legítimos sin carácter institucional, pero muy acertadamente denominado Cuarto Poder o, en la práctica, frecuentemente un ordinal superior.

Conste que, a mi juicio, los medios de comunicación y sus profesionales son y deben ser consustanciales e insustituibles en una democracia, porque representan y deben representar no sólo la información puntual y veraz al ciudadano, sino también la investigación y denuncia, en su caso, del control de las instituciones públicas y a veces privadas, y defensores de los valores constitucionales, siempre en aras de su independencia.

En los inicios de nuestra tan recordada e imitada Transición política desaparecieron algunos medios por su anacronismo y/o afección al régimen o por el mercado, pocos se mantuvieron adaptándose convencidos o no a la nueva era, y otros aparecieron aportando «sabia» nueva y sin «ataduras» a la incipiente democracia.

Lo anterior fue más evidente en medios escritos, incluidos literarios, pero poco a poco se fue extendiendo al resto de formas comunicativas, radio, televisión,…, sin olvidar el ya no tan novedoso, creciente e influyente fenómeno digital y sus diferentes variantes, medios, blogs, plataformas, redes sociales,… y cantidad de tertulias un tanto fatigantes y a veces desinformadoras, por la mediana cualificación de sus actuantes y el sesgo ideológico orientativo falto, por tanto, de la necesaria pluralidad y conocimientos.

En esos inicios, todos ellos se fueron alineando, editorialmente, con determinadas líneas ideológicas, pero conservando una cierta independencia, tanto en la dirección como en sus redacciones, apoyada en el debate interno y en la pluralidad de sus profesionales.

Los lectores lo sabíamos y, aunque en base a nuestras preferencias político-ideológicas, «pagábamos» la adquisición normalmente de un diario y/o revista (muy difundidas entonces), nos interesábamos también por otros enfoques para contrastar, esfuerzo difícil pues no existía internet y, en consecuencia, la superabundancia digital, ni la entonces inconcebible prensa gratuita.

Con el tiempo, cierta «alineación» mediática, y en algunos pocos casos de conocidos (y no tanto) profesionales, con formaciones políticas y/o de otro tipo, supuso un salto tanto cuantitativa como cualitativamente de la información que, además, se ha «volcado» en la opinión o, mejor, orientación de la misma, por lo que la objetividad, imparcialidad e independencia se han ido resintiendo.

Los medios de comunicación forman parte de la sociedad y son operados por humanos, por lo que están igualmente sujetos a la «calidad» de aquella y, además de informar, a veces han prestado grandes servicios destapando casos de corrupción, pero otras han subjetivado en exceso la información, e incluso lamentablemente se han despedido algunos profesionales de experiencia y prestigio por ser muy «celosos» de su independencia.

Hace tiempo que se ha desatado una «guerra» entre algunos medios y profesionales muy potentes y, a veces prepotentes, que parece se incrementa a lo largo de las campañas electorales.

Esperemos que, salvo en estas o incluso en ellas, todo se serene (¡qué ingenuidad!), y se pueda debatir sobre el objeto y papel de los medios de comunicación social en una democracia del ya avanzado siglo XXI.

 

Escrito para azperiodistas.com por Antonio Checa Perez.