Astrónomos de Japón, Sudáfrica e Italia han descubierto que existe un «vacío» de estrellas en el centro de la Vía Láctea.
La investigación, publicada en el Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, revela que esta zona de la galaxia se encuentra huérfana de estrellas jóvenes.
«Ya descubrimos hace un tiempo que había estrellas cefeidas (pulsantes) en el corazón central de nuestra Vía Láctea, en una región de unos 150 años luz de radio. Ahora encontramos que fuera de esta hay un extenso desierto de cefeidas que se extiende hasta 8.000 años luz desde el centro», explica el profesor de la Universidad de Tokio y director del equipo de astrónomos, Noriyuki Matsunaga.
Las estrellas pulsantes, llamadas cefeidas, son perfectas para realizar este estudio al tratarse de astros mucho más jóvenes que el Sol –entre 10 y 300 millones de años– y al pulsar en un ciclo regular. La longitud de este ciclo está relacionada con la luminosidad de la cefeida, por lo que si los astrónomos las monitorizan, pueden establecer cuán brillante es la estrella realmente, compararlo con lo que se ve desde la Tierra y calcular su distancia.
No obstante, encontrar cefeidas en el interior de la Vía Láctea es difícil, según apuntan los astrónomos, pues la Galaxia está repleta de polvo interestelar que bloquea la luz y las oculta.
El equipo del profesor Matsunaga ha compensado esta dificultad con un análisis de las observaciones a través de un telescopio japonés y sudafricano ubicado en Sutherland, Sudáfrica. Para su sorpresa, los astrónomos apenas descubrieron cefeidas en una amplia región que abarca miles de años luz desde el centro de la Galaxia.
Este descubrimiento pone de manifiesto que una gran parte de la Galaxia, denominada Disco Extremo Interno no alberga estrellas jóvenes.
«Los resultados indican que no ha habido una formación de estrellas significativa en esta extensa región durante cientos de millones de años. El movimiento y la composición química de las nuevas cefeidas nos ayudan a comprender mejor la formación y evolución de la Vía Láctea», apunta otro de los autores, Giuseppe Bono.