Elcano, que participaba de forma secundaria en la expedición de Magallanes para circunnavegar la Tierra por primera vez, acabará capitaneando el retorno a España.
La expedición, financiada por la Corona de España, regresa al puerto de Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522, con tan sólo un barco y 18 supervivientes.
Tradición marinera
Está aceptado que Juan Sebastián Elcano (su apellido ha sido trascrito de muchas maneras: “Elcano”, “de Elcano”, “de El Cano” o “del Cano”), porque él lo dejó escrito en su testamento, nació en la villa Guipuzcoana de Guetaria, probablemente hacia 1476, aunque no se sabe la fecha exacta.
También se cree que Juan Sebastián fue el primogénito (de nueve hermanos) de una familia de pescadores y marinos acomodados, que contaban con casa y embarcación propia.
Desde muy joven, se enroló en barcos pesqueros y comerciales, por lo que adquirió gran experiencia marinera. Parece ser que hacia 1509 tenía una nave de 200 toneladas con la que tomó parte en la expedición militar contra Argel dirigida por Cisneros.
Posteriormente tomó parte en otra campaña en Italia a las órdenes del Gran Capitán. De esta, Elcano salió mal parado ya que esperando la compensación económica que le debía la Corona por los servicios prestados en la campaña militar y que nunca llegó, tuvo que vender su nave a unos mercaderes saboyanos para poder pagar los sueldos que adeudaba a su tripulación que había amenazado con amotinarse. Sin embargo, con esta venta Elcano incurrió en un delito, ya que una ley vigente en la época prohibía vender embarcaciones armadas a extranjeros en tiempos de guerra.
Perseguido por la justicia y arruinado, Elcano se vio envuelto en una situación casi desesperada.
Hacia 1518 o 1519 se establece en Sevilla, donde tuvo conocimiento del proyecto que estaba preparando el marino portugués Fernando de Magallanes para descubrir una ruta a las Indias por Occidente, a través de un paso o estrecho por el sur de América, que llevara a las islas de las especias sin necesidad de bordear el continente africano ni atravesar dominios portugueses.
La expedición de Magallanes tenía gran dificultad para reclutar tripulación por lo incierto del viaje, por lo que esta se formó en buena medida con desesperados, deudores y forajidos de la justicia como el propio navegante vasco.
Ruta de las Indias por occidente
Así, en 1519 Elcano se alistó en la expedición de Magallanes. Con su experiencia como hombre de fue nombrado contramaestre (segundo de a bordo) de la nave Concepción, una de las cinco que componían la escuadra. Su capitán era Gaspar de Quesada y el piloto, el portugués Juan López de Carvalho.
De Sevilla, el 10 de agosto de 1519, parte la escuadra capitaneada por Magallanes descendiendo por el Guadalquivir hasta llegar a Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), cuyo puerto desemboca en el océano Atlántico.
En Sanlucar permanecerían un mes y diez días preparando el avituallamiento y los últimos retoques de la escuadra. Por fin, la expedición zarpó el 20 de con la intención de encontrar el paso marítimo hacia los territorios de las Indias Orientales y buscar el camino que, recorriendo siempre mares castellanos (según el Tratado de Tordesillas), llegase a las islas de las Especias, lo que era la llamada ruta hacia el oeste. La expedición no estuvo exenta de contratiempos y dificultades.
Cuando Magallanes murió en un combate con los indígenas de las isla filipina de Mactam (1521) la expedición quedó bajo el mando, sucesivamente, de varios de sus capitanes que se disputaban el poder, mientras continuaban explorando las islas, entablando relaciones con los jefes locales y buscando denodadamente la ruta a las Molucas.
Finalmente, un triunvirato encabezado por Elcano se hizo con el mando de lo que quedaba de la flota, argumentando que los jefes portugueses (incluido Magallanes) habían eludido a propósito las Molucas para no perjudicar a Portugal, que poseía el lucrativo monopolio del comercio de las especias navegando hasta aquellas islas alrededor de África y a través del océano Índico (1521).
Tras alcanzar las Molucas y establecer tratados con los príncipes nativos, adquirieron un cargamento de especias y se dispusieron a regresar. Sin embargo, una avería en una de las dos naos que quedaban, La Trinidad, hizo que la expedición se separara: la nao averiada se quedaría en las Molucas hasta su reparación y regresaría a tierras españolas de América cruzando el Pacífico; mientras que Elcano regresaría con la nao Victoria a la Península por la ruta portuguesa.
Llegada victoriosa
A Elcano es a quien se le da finalmente el mando para el regreso con lo que quedaba de la expedición, sin conocer el camino de vuelta por el Pacífico. El retorno fue muy complicado y peligroso, pues a las dificultades propiamente marítimas (como la de doblar el cabo de Buena Esperanza) se añadía la necesidad de cruzar el Índico y bordear el continente africano sin hacer escalas, por miedo a ser capturados por los portugueses, que ya habían enviado una flota para hacer fracasar el empeño de Magallanes.
Durante la travesía de vuelta la tripulación se impacientaba por bajar a tierra para reponer víveres. La situación no lo aconsejaba pero finalmente repostaron en las islas de Cabo Verde, donde varios tripulantes fueron apresados por el gobernador portugués y el resto hubo de huir apresuradamente. Allí descubrió Elcano que en su cuenta del tiempo llevaban un día de menos, consecuencia de haber completado la primera circunnavegación completa al mundo.
Tras tres años menos dieciocho días, Elcano llegó al puerto de partida, Sanlúcar de Barrameda, el 6 de septiembre de 1522, en la Victoria (la única nave que había podido regresar) junto con otros 17 supervivientes (de los 265 que habían partido).
La travesía suponía el logro de una importantísima hazaña para la época por lo que fueron recibidos por el rey Carlos I en Valladolid. Al monarca le fueron entregados indios de las remotas islas, pájaros raros y productos exquisitos, pero sobre todo las apreciadas especias adquiridas en las Molucas.
El rey altamente complacido colmó a todos con honores y distinciones por la hazaña. A Elcano le concedió una renta anual y vitalicia de 500 ducados en oro y un escudo de armas con la leyenda en latín: Primus circumdedisti me (“El primero me circundaste”).
Las expectativas de negocio así abiertas hicieron que se fundara en La Coruña una nueva Casa de Contratación destinada a especializarse en el comercio de las especias.
Dentro del contexto de disputa por la colonización de las islas Mulucas, ricas en especias, cuya propiedad discutían las coronas de Castilla y Portugal, el 4 de julio de 1525 Juan Sebastián Elcano (debido a su conocimiento de la zona) parte de La Coruña en otra expedición marítima española dirigida por García Jofre de Loaísa para la conquista de estas y cuya travesía fue una sucesión de desastres, calamidades y deserciones.
Pero no le dio tiempo a concluir la empresa. Muy enfermo, el 26 de julio firma su estamento y el 4 de agosto de 1526 muere de escorbuto en medio del mar.
Desde 1927 hasta hoy el buque escuela de la Armada Española lleva el nombre de Juan Sebastián Elcano en honor al destacado papel del marino vasco en la primera circunnavegación de la Tierra.
Escrito para azperiodistas.com por Mongutz.