No sabe cómo llegó ahí. Despertó acostado en el suelo mirando hacia el techo. Estudia su entorno y detalla que es un cuarto pequeño, de paredes curvas, se siente como si estuviera dentro de un cilindro. El fuerte silbido de la brisa luchando para entrar por los bordes de las ventanas fue lo que hizo que José María entrara en razón.
El joven palmero de 28 años de edad, amante de los deportes, en especial del trote, o como lo llaman ahora en dialecto globalizado, “running”, se levanta, y temeroso da un vistazo por una de las múltiples ventanas de ese extraño lugar. Nota que es de noche, sólo la luna y el cielo estrellado le iluminan el entorno.
Se distrae “uniendo” constelaciones, el espectáculo estelar que regala el cielo de La Palma lo invita a hacer un alto a su búsqueda de respuestas. Deja la “Osa Mayor” a medias, recuerda que debe seguir investigando. José María se percata de que está en un lugar muy alto. Se aterra y busca alguna salida. La única puerta está cerrada con llave, y la otra opción es saltar, que descarta de inmediato.
Vuelve a analizar los alrededores y al frente divisa el océano indomable, a un lado ve un faro y al otro costado una masa blanca esparcida en el suelo. Piensa que es nieve, pero por su cercanía a la costa y por el clima frío, pero no gélido, resuelve en que podrían ser unas salinas. Mira hacia otro lado y se asombra al ver una hilera de miles de pequeñas luces, como si fuera una marcha de luciérnagas atravesando una gran montaña. Alucina.
José María ata cabos, analiza las pistas que le dictan sus ojos. Faro, salinas, costa, montaña, fuerte brisa… ¡Fuencaliente! El joven deportista sabe ahora que se encuentra en la punta sur de La Palma. No sabe aún porqué. Se revisa, no lleva teléfono móvil y está vestido como si fuera a correr, a eso del “running”. Ve la hora y la fecha que muestra su reloj digital, sábado 7/5/2016, 6:00 am, y “amarra” el último cabo suelto. Las miles de “luciérnagas” en la montaña son sus colegas enfilados por los senderos. Es el día de la gran carrera Transvulcania, esa con la que ha soñado José María desde que comenzó a realizarse y en la que nunca ha podido participar por cosas de la vida… del destino.
Se resigna a esperar que amanezca y ver si alguien lo saca de allí. Se siente derrotado sin siquiera haber competido en la gran cita deportiva. Tanta es su frustración que de un salto se despierta. Vuelve a pasar. José María siente el mismo terror de horas antes, pero ahora está en su habitación. Se percata de que aquel encierro en el faro fue una pesadilla y sonríe aun temeroso. Ve su reloj, sábado, 7/5/2016, 3:00 am. Es hora. Se levanta veloz para alistarse y salir a unirse a las miles de luciérnagas. Es el día de brillar por los senderos de la isla, rumbo a conquistar su Transvulcania soñada.
Escrito para azperiodistas.com por Dandelgadoa.