Cristina entregará 225.000 firmas en el Congreso en octubre para que la comida sobrante en los colegios sea entregada a centros sociales y personas necesitadas.
La campaña «No al despilfarro de alimentos en comedores escolares. La comida no es basura», desarrollada en la plataforma de peticiones ciudadanas Change.org, se dirige a los Ministerios de Sanidad y de Agricultura y a las autoridades de Consumo.
Según explica Cristina Romero, empezó a tomar conciencia del problema en el colegio de su hijo, de ocho años, donde observó que sobraba comida porque los menús de la empresa proveedora eran de la misma cantidad para niños de tres años que de seis o doce, así que preguntó qué se hacía con el resto.
La respuesta fue que lo sobrante debía desecharse por razones higiénicas, para evitar intoxicaciones, en virtud de la Ley 17/2011 de Seguridad Alimentaria y Nutrición.
Por sus averiguaciones, «la clave es la congelación», pues los comedores escolares con cocina propia pueden aprovechar la comida que sobra en las ollas, no la de los platos ni la que está en la línea fría. Se trata de congelarla durante 48 horas y distribuirla posteriormente sin ningún tipo de problema.
Así comenzó una campaña de concienciación social para generalizar el aprovechamiento de excedentes de comida de manera regulada por medio de la congelación, entregándolos a centros sociales. También para que las raciones de los menús de «catering» sean adecuadas a las características físicas y las necesidades de desarrollo de los alumnos según la edad.