Son cosas del exceso de fervor de algunas feligresas, y esta vez ha ocurrido en Canadá.
Una feligresa canadiense, Heather Wise, se prestó voluntaria y muy bien intencionada a restaurar una la cabeza deteriorada de un Jesús niño, que se representaba en una estatua en el regazo de su madre.
La escultura es de mármol blanco, pero esta señora, quizá porque le pareció “mas artístico”, empleo la cerámica pera reconstruir las facciones de dios infante. Y la imagen habla por sí sola y nos recuerda a todo que los grandes errores muchas veces están cargados de buenas intenciones.
En España sabemos mucho de eso desde que vimos el Ecce Homo de Borja, pero es que el caso de Canadá, el verdadero delito es que esta mujer dice ser artista.
Así que ante su ofrecimiento y teniendo en cuenta la falta de presupuesto para llevar la imagen a un restaurador especializado, el párroco le otorgó todos los permisos necesarios para que Heather se pusiese manos a la obra.
Y así lo hizo.