Un joven australiano Luke Brett Moore, que había perdido su empleo y estaba pasando dificultades económicas, descubrió que era cierto eso de que la vida te da sorpresas cuando su banco le había autorizado por error un crédito de millón y medio de dólares, según cuenta a la BBC su primera intención fue devolver el dinero, pero se lo pensó mejor y acabó a gastárselo a ritmo de millonario, hasta que un día…
Él mismo contó la historia a la BBC:
«Suena increíble, pero mi intención nunca fue llevarme todo el dinero del Banco St. George y no devolverlo. Básicamente, yo estaba esperando a que el banco me contactara y dijera:»Oye, quiero esta cantidad de dinero».
Había perdido el trabajo y no tenía dinero para pagar la hipoteca. “La primera semana me preocupé, pero entonces, el pago salió de mi cuenta en St. George”. “Y la siguiente quincena, salió otro pago de US$375 para la hipoteca. Así sucedió durante 12 meses sin que el banco dijera nada.”
En esa época, llamé a la empresa de crédito inmobiliario y dije: «Hola, ¿podrían hacer una domiciliación de US$2.254 a mi cuenta en St. George?».
Después, unos días más tarde, les pedí US$28.180.Ambos fueron aprobados.
No mucho después compré mi primer auto, un Alfa Romeo 156. Resultó ser de muy mala calidad: la caja de cambios, el motor y los inyectores de combustibles fallaron todos.Entonces me compré un Hyundai Veloster. Era uno de esos coches locos de tres puertas con un techo de vidrio. Lo compré sólo para conducirlo hasta Sídney para adquirir un Maserati. Sólo costó AU$36.000. Reconozco que era un auto hermoso pero no una súper nave, según los estándares de hoy en día.
Fue mi época de locura. Era un joven ingenuo de 22 años y no estaba pensando con mucha claridad.
Me acababa de recuperar del accidente y estaba desempleado por primera vez desde los 14 años. Había terminado mi relación con mi novia de colegio, después de cuatro años, y buscaba de alguna manera empezar de nuevo en algún otro lugar.
Así que me mudé a la Costa Dorada. Volé a Surfer’s Paradise para unas vacaciones de una semana. Me gustó y terminé quedándome.
Fui a clubes de estriptis y gasté cientos de miles en mujeres, alcohol, cocaína y todo lo demás.También me conseguí un barco pesquero. Y compré una obra del artista callejero Banksy en forma de billete de 10 libras esterlinas y un tambor firmado por Amy Winehouse.
Tuve un negocio en Surfer’s Paradise. Administraba un almacén de venta de mercancía. Los medios dijeron que mi dormitorio era la cueva del tesoro de Aladino, pero muchas de esas cosas estaban a la venta en mi almacén. Hasta cierto punto, había una idea comercial detrás de todo lo que estaba haciendo.
Esta es la parte más lúdica que relata Luck a la BBC, pero cómo decíamos, hasta que un día…
Era 2012 y estaba sentado con mi mamá en mi dormitorio en la casa familiar en Goulburn, cuando escuché golpes en la ventana. Para cuando llegué a la puerta principal la policía ya estaba adentro. Me gritaban y me decían que estaba bajo arresto. Inspeccionaron toda la casa y se llevaron todo lo que era mío.
Me arrestaron y llevaron a la estación de policía. Al principio la policía rehusó dejarme ir bajo fianza, así que pasé la noche en las celdas de Goulburn. Al día siguiente un magistrado me otorgó libertad bajo fianza.
Unos años después fui encontrado culpable de beneficiarme económicamente de manera fraudulenta y de comerciar a sabiendas con los frutos de un crimen. Me sentenciaron a una pena máxima de cuatro años y medio de prisión.
Ningún abogado estaba interesado en su caso y quien lo hizo no puso mucho interés. Así que cumplió condena, pero decidido a salir de prisión armó el mismo su propia defensa para conseguir la libertad bajo fianza.
Luck fue exculpado hace unas semanas. De acuerdo a la ley en Australia, en ese momento no estaba bajo la obligación legal de informar al banco lo que estaba sucediendo.
“El juez dijo que yo fui deshonesto, pero que no vivimos en una sociedad donde las fallas morales resultan en que te pongan tras las rejas y te quiten la libertad.”