Investigadores de la Universidad de Alcalá han encontrado en El Teide protozoos que solo viven en montañas con nieve y que nunca se ha logrado cultivar en laboratorio.
Se trata de organismos cuya existencia se ha documentado en sistemas montañosos como los de Sierra Nevada, Pirineos y Alpes, entre otros, pero hasta este año no se tenía constancia de su existencia en El Teide
La búsqueda de estos organismos conocidos como mixomicetes, porque hasta fechas recientes se creía que eran hongos, la llevaron a cabo los investigadores de la Universidad de Alcalá durante la primavera de 2016 porque el invierno anterior había nevado mucho en Tenerife.
Estos organismos unicelulares sólo viven en las montañas en las que la nieve esté depositada al menos durante tres meses y con un deshielo lento en primavera y en condiciones favorables, como que no haya mucha diferencia de temperaturas y no menos de cero grados. Estos protozoos, que se alimentan de bacterias de alta montaña, esporas y granos de polen, tienen una fase móvil como si fuesen una ameba y durante la cual engullen introduciendo en su plasmodio todas las micropartículas y las digiere.
Según el catedrático de Botánica de la Universidad de Alcalá, Gabriel Moreno, el ciclo de este protozoo parece el de un ser «de otro planeta», ya que es muy raro, con una fase móvil de una célula con multitud de núcleos y fructifica como si fuese un hongo, de aquí la antigua denominación de hongos mucosos o mohos mucilaginosos.
El hecho de que parezca un hongo es el motivo por el que este organismo es estudiado por los botánicos, pero ahora se sabe que no son ni animales, ni plantas, ni hongos, sino que son de otro reino, ha aclarado Gabriel Moreno.
La existencia de estos mixomicetes se conocía tanto en coníferas de Canarias como en otros vegetales, pero nunca hasta ahora se había documentado su presencia en la nieve, y Gabriel Moreno ha comentado que si bien lo que han encontrado en El Teide es común a otros sistemas montañosos, hay una especie recogida que está en estudio porque no se ha determinado a cuál pertenece.
El hallazgo es importante desde el punto de vista biológico porque se trata de un protozoo que tiene una gran célula que alberga multitud de núcleos, y es de las pocas células eucarióticas que se pueden estudiar desde el punto de vista genético, ha indicado el catedrático de Botánica de la Universidad de Alcalá.
También es importante este hallazgo, ha señalado Gabriel Moreno, porque al ser un organismo tan dependiente del frío llama la atención que un individuo tan «sencillo» pueda aguantar en condiciones de tan baja temperatura durante mucho tiempo, y que incluso si no fructifican durante años sus esporas puedan aguantar y tener vida al cabo de siete, diez años o más.