Descubren una enorme y desconocida cavidad en la pirámide de Keops

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La pirámide de Keops, en las afueras de El Cairo, mide 139 metros de alto y 230 de ancho y se sitúa en la meseta de Guiza, junto a la Gran Esfinge y las pirámides de Kefrén y Micerino.

Los investigadores han anunciado este jueves el hallazgo de una enorme cavidad en el interior de la pirámide de Keops, de la que previamente no se tenía conocimiento. La cavidad es «tan grande» como «un avión de 200 plazas en el corazón de la pirámide», declaró a la AFP Mehdi Tayubi, codirector del proyecto ScanPyramids que hizo el hallazgo.

Un equipo de investigadores egipcios, franceses, canadienses y japoneses escruta desde finales de 2015 el interior de la pirámide utilizando tecnología puntera no invasiva, que permite ver a través de ella para descubrir posibles huecos o estructuras internas desconocidas.

El objetivo es aprender un poco más sobre la construcción de las pirámides, que siempre ha estado rodeada de misterio.

El monumento, de 139 metros de alto y 230 de ancho, se sitúa en la meseta de Guiza, en las afueras de El Cairo, junto a la Gran Esfinge y las pirámides de Kefrén y Micerino.

«Hay numerosas teorías sobre la existencia de posibles cámaras secretas en la pirámide. Si las juntáramos todas, ¡obtendríamos un queso gruyer!», bromeó Mehdi Tayubi. «Pero ninguna de ellas predecía la existencia de algo tan grande», añadió.

Según el estudio publicado en Nature, el «big void» (el gran vacío), como los científicos denominan al hallazgo, mide al menos 30 metros de largo y tiene características similares a las de la gran galería, la mayor sala conocida de la pirámide.

La cavidad se encuentra a unos 40 o 50 metros de la cámara de la reina, en el mismo centro del monumento.

«El ‘gran vacío’ está totalmente cerrado, no se ha tocado nada desde la construcción de la pirámide. Es un descubrimiento muy emocionante», dijo Kunihiro Morishima, de la universidad de Nagoya en Japón, socio de la misión ScanPyramids.

Para encontrar este «bonito regalo», escondido desde el reinado del faraón Keops, los científicos recurrieron a unas partículas cósmicas, los llamados muones. Cuando estas partículas elementales, creadas en la alta atmósfera por rayos cósmicos, entran en contacto con la materia, frenan hasta detenerse.

Los investigadores miden por tanto la cantidad de muones que recuperan detrás de un objeto sondado. Si comprueban un excedente en algún lugar, significa que los muones atravesaron menos materia, esto es, un vacío.

«Esta tecnología no es nueva, pero los instrumentos son hoy más precisos y más robustos. Pueden sobrevivir a las condiciones del desierto egipcio», explica Sébastien Procureur, un científico francés que se unió al proyecto en 2016.

Para evitar las polémicas, la existencia de la cavidad fue confirmada por tres técnicas diferentes de detección con muones, realizadas por la universidad de Nagoya, el laboratorio de investigación japonés Kek y el francés CEA.

«No podemos saber si el vacío contiene artefactos porque serían demasiado pequeños para ser detectados por ese tipo de técnica», indicó Kunihiro Morishima, coautor del estudio. La cavidad podría ser «una sucesión de cámaras contiguas, un enorme pasillo horizontal, una segunda gran galería… Hay muchas hipótesis posibles», reconoció Tayubi.