El excoronel salvadoreño Inocente Montano está considerado como el cerebro que orquestó el asesinato en 1989 de cinco jesuitas españoles, entre ellos Ignacio Ellacuría, durante la guerra civil de El Salvador.
Las autoridades de EE.UU. le detuvieron y fue condenado a 21 meses de prisión por fraude migratorio e ingresó en una cárcel de Carolina del Norte, de la que debió haber salido en abril de 2015, pero en la que ha permanecido durante más de dos años a la espera de una decisión final sobre su extradición, solicitada por la justicia española.
Este miércoles, un portavoz del Tribunal Supremo estadounidense ha informado a Efe de la resolución tomada por el presidente de la corte de entregar a Montano a España tras haber rechazado el recurso a la causa interpuesto por su defensa que ha estado bloqueando su extradición desde que fuera aprobada en febrero de 2016.
La entrega a España de Inocente Montano es susceptible de proceder en cualquier momento y que no cabe recurso contra el dictado del Tribunal Supremo de EE. UU. Y la orden del Departamento de Estado ya está rubricada y recoge que el Gobierno ha accedido a la petición de España porque considera que hay «evidencias suficientes» para creer que Montano, entonces viceministro de Defensa Nacional, jugó un papel fundamental en la masacre que tuvo lugar la madrugada del 16 de noviembre de 1989 y de la que se cumplen 28 años.
Entonces, un «escuadrón de la muerte» del Ejército irrumpió en la Universidad Centroamericana (UCA) y asesinó a su rector, Ignacio Ellacuría, jesuita vasco e ideólogo de la Teología de la Liberación, así como a otros cinco sacerdotes jesuitas -cuatro de ellos españoles- y a la cocinera y su hija, ambas salvadoreñas.
Según lo argumentado durante el proceso un día antes de la matanza, Montano participó en una reunión donde uno de sus subordinados, el coronel René Emilio Ponce, ordenó al coronel Guillermo Alfredo Benavides que usara al temido batallón de elite Atlácatl para asesinar a los jesuitas.
«Maten al padre Ellacuría y no dejen ningún testigo», poco antes de la matanza, además, la radio Cuscatlán, que estaba bajo la supervisión de Montano, emitió amenazas de muerte dirigidas contra Ellacuría y sus compañeros sacerdotes.
El Ejército de El Salvador, financiado por Estados Unidos, decidió atacar a los jesuitas, conocidos como «los mártires de la UCA», porque creía que eran aliados del entonces guerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, ahora partido político en el Gobierno.
La masacre supuso un escándalo a nivel internacional y, dentro de Estados Unidos, ciertos sectores de la sociedad presionaron a su Gobierno para que le retirara el apoyo al Ejército de El Salvador, lo que finalmente facilitó la firma de unos acuerdos de paz en 1992.