El pescado es un ingrediente fundamental dentro una dieta equilibrada, y es recomendable consumir entre dos y cuatro raciones de pescado a la semana. Además, al menos una de ellas debe ser de pescado azul. Pero, ¿sabemos distinguir entre un pescado “blanco” y uno “azul”?
La principal diferencia entre ambos es su contenido en grasas. El pescado blanco apenas tiene grasa (entre un 0.1% y un 2%); sin embargo, el pescado azul contiene entre un 8 y un 15% de materia grasa; pero se trata de grasa saludable.
La grasa que aportan los pescados azules son insaturadas, entre ellas el Omega 3, aconsejado para cuidar el corazón, reducir el nivel de colesterol y triglicéridos de la sangre, regular la tensión arterial, prevenir enfermedades degenerativas… Además, los ácidos grasos Omega 3 también son considerados potentes anti-inflamatorios. Nuestro organismo no produce por sí mismo este tipo de ácidos grasos, por lo que debe obtenerlos a través de la dieta.
La razón por la que unas especies de pescado acumulan más grasa en su cuerpo que otras es por pura supervivencia: las que tienen más grasas en su organismo son las que necesitan más energía en determinados momentos de su ciclo de vida, como cuando tienen que enfrentarse a largas migraciones.
Existe un tercer grupo, el pescado “semigraso”, que dependiendo de la temporada y el lugar de pesca reduce o aumenta el contenido en grasa de su cuerpo.
Algunos ejemplos de pescado blanco:
- Bacalao
- Besugo
- Gallo
- Merluza
- Rape
- Lenguado
- Rodaballo
Algunos ejemplos de pescado azul:
- Anchoas o Boquerones
- Chicharro
- Verdel
- Atún
- Bonito
- Caballa
- Cazón
- Palometa
- Salmón
- Salmonete
- Sardina
Una forma de distinguir físicamente el pescado blanco del azul es por la forma de la cola: en los pescados blancos es recta o en forma de abanico; en los pescados azules es en forma de flecha, como la de estos dos hermosos Bonitos del Norte.