En una gran parte de la patología de la columna cervical, como la mielopatía, la radiculopatía o la patología traumática con inestabilidad o déficit neurológico, existe un consenso respecto a la indicación de un manejo quirúrgico. Sin embargo, la indicación de cirugía en los pacientes con dolor cervical puro o como síntoma principal no está tan claramente definida.
La cervicalgia tiene una elevada incidencia, llegando a presentar algún episodio incluso el 67% de la población adulta, aunque en la mayoría de los casos se presenta en forma de episodios autolimitados que ceden o mejoran en pocas semanas sin tratamiento o con tratamiento conservador.
Es imprescindible para el correcto manejo de estos pacientes conocer la fisiopatología del dolor cervical y las diferentes opciones terapéuticas.
La cirugía debe estar reservada para aquella minoría de pacientes en los que persiste un dolor cervical incapacitante a pesar de haber agotado las diferentes opciones de tratamiento no invasivo y tengamos claramente definida una causa del dolor que pueda corregirse con una intervención quirúrgica.