Gaintza Txakolina celebra 5 años siendo más sostenibles
Durante las últimas décadas se han ido notando en el medio ambiente los efectos negativos de los modelos agresivos de producción agrícola. A pesar del hecho de que estos modelos han demostrado ser perjudiciales e insostenibles, todavía se utilizan ampliamente en todo el mundo. Ya en los años 90, e intentando dar una respuesta a la necesidad de métodos más sostenibles, surgieron los primeros planteamientos de modelos de producción integrada.
La agricultura integrada, y en el caso de la elaboración del txakolí, la viticultura integrada, consiste de un conjunto de estrategias y metodologías que se encuentran entre las convencionales y las ecológicas. Permite algunos métodos y productos de cultivo convencional, pero pone hincapié en la utilización buenas prácticas para la prevención de enfermedades y plagas de la vid, y el uso de productos lo menos nocivos posible y en la menor cantidad. El objetivo es siempre tener menos impacto en el medio ambiente, ser sostenibles y producir productos libres de tóxicos.
La viticultura integrada en Gaintza
Hace 5 años la familia Lazkano de Gaintza Txakolina hizo una reflexión sobre lo que suponía, años tras año, la utilización de métodos convencionales de cultivo en sus tierras y gente. Fue entonces cuando decidieron apostar por convertir toda su producción a la viticultura integrada y desde entonces realizan una serie de acciones para cumplir con todos los requisitos necesarios.
Nos cuenta Urtzi Lazkano, hijo de la familia Lazkano “Colaboramos con ingenieros agrónomos expertos en producción integrada, y con ellos realizamos muchas acciones como por ejemplo seguir de cerca las previsiones meteorológicas para tratar solo cuando vaya a ser necesario, y para no tratar en balde. Utilizamos técnicas como las trampas de feromonas para controlar la polilla de racimo sin utilizar tanto producto insecticida. También usamos por ejemplo, boquillas especiales para la aspersión de productos fitosanitarios que consiguen una buena cobertura con el mínimo de emisión posible”.
Con el conjunto de acciones específicas se logra una reducción de hasta un 30% en las aplicaciones de productos fitosanitarios, aunque, “un año lluvioso y cálido favorece la propagación de los hongos patógenos que afectan a la vid, por lo que el uso de productos fitosanitarios cambia cada año”, comenta Urtzi.