En esta ocasión, más allá de la valoración de los datos de agosto, hemos querido ofrecer una mirada general sobre la evolución del empleo en Euskadi en estos doce meses. Desde el Departamento de Trabajo y Empleo cada mes hacemos un análisis sólo de los datos propios, los que registra Lanbide.
Pero se cumple un año desde que Euskadi alcanzó el pico de desempleo provocado por la pandemia, también un año desde que empezó este Gobierno, y en este tiempo hemos visto muchas cuestiones que contienen más información sobre lo que ha pasado y, sobre todo, de aquello en lo que debemos incidir para lograr una salida justa de esta crisis en la que todavía estamos.
De todo esto hemos hablado en la valoración de cada mes que realiza el viceconsejero de Empleo e Inclusión, Alfonso Gurpegui, que también me acompaña. Y les facilitaremos un trabajo más completo que ha elaborado el responsable del Gabinete Técnico de Lanbide, Javier Ramos, que puede ofrecer cualquier aclaración posterior para esa visión amplia que pretendemos hoy.
Lo primero, es detenerme en los datos de agosto. El paro registrado en Lanbide ha subido en el mes de agosto en 3.058 personas, y la cifra de quienes buscan empleo y no lo encuentran suman 122.260. Son 5.021 más que en el momento en el que empezó la crisis, hace año y medio, y 24.190 menos que hace un año, cuando alcanzamos el máximo.
Por citar cifras de paro en agosto en los años previos, en 2018 se registraron este mes 123.606 y en 2019 fueron 116.078. No hemos recuperado todo el empleo perdido, pero las cifras son similares a años económicos considerados buenos en su momento. Por tanto, un primer hecho relevante es que, en este año, en términos de paro registrado, hemos recuperado el 82% del empleo destruido en esta crisis.
Pero frente a la paulatina destrucción de empleo de la crisis de hace una década, en esta ocasión los Gobiernos hemos sabido dar la vuelta a los peores augurios, hemos contenido la destrucción de empleo con una inmensa inversión pública y hemos contado con los agentes sociales para hacerlo posible a través de los ERTEs. Porque esos ERTEs han sostenido el empleo de 188.000 personas en Euskadi, y el 95% se ha reincorporado. Los datos son fríos y este Departamento no oculta en ningún momento que estamos hablando de personas que quieren trabajar y no pueden. Pero en esta reflexión que compartimos hoy sí queremos tener perspectiva para darnos cuenta de lo que entre todos hemos ido consiguiendo para hacer frente a la peor crisis que jamás hayamos vivido, la mayor en 80 años.
Si nos remitimos a la anterior, entre 2008 y 2009, la destrucción de empleo fue de más de 60.000 personas y continuó una pendiente constante hasta 2012, que cerró con 169.083 personas paradas en Euskadi. A partir de entonces, en los dos años siguientes se redujo esa cifra en unas 2.000 personas anualmente. Aquí hemos tenido meses de reducción de más de 6.000, y en un año hemos conseguido reducirlo en más de 24.000.
Las tres grandes diferencias entre ambas son:
- El tiempo de respuesta. Los procesos tanto de destrucción, como de recuperación del empleo han sido diferentes, mucho más rápidos en la actualidad.
- La aplicación de mecanismos de sostenimiento del empleo ERTEs, que ya he citado y que deben ser un referente de protección de empleo futuro.
- Y la activación de las corrientes de fondo que estaban caracterizando nuestro mercado de trabajo, como las nuevas ocupaciones y formas de trabajo.
Como saben, el Gobierno vasco tiene el reto cuantitativo de reducir el paro por debajo del 10% en toda la legislatura. La última encuesta del Eustat relativa al segundo semestre situaba la tasa en junio en el 10,3. Y podría parecer que es objetivo cumplido, que era un reto fácil de superar. Porque cerramos 2020 en el 11,4, y hemos conseguido rebajarla en un 1,1% en seis meses. Nadie puede minimizar el objetivo del 10%. Y aquí me remito de nuevo a la perspectiva: en junio de 2020 se hablaba de una destrucción posible de 68.000 empleos en ese ejercicio. En septiembre se corrigió a 30.000. El año cerró con 15.000 desempleados más. Muchísimo más de lo que quisiéramos, muchísimo menos de lo pronosticado.
Pero es que el reto del Gobierno es doble: además de bajar el paro por debajo del 10%, tenemos que crear las condiciones para recuperar el empleo de calidad, inclusivo e igualitario. Y para eso nos hemos estado preparando. Porque saben que desde el día uno en que asumí mi responsabilidad como vicelehendakari, dije que iba a ser realista. Ni derrotista ni triunfalista. Y los datos globales que analizamos hoy no ocultan los grandes déficits que arrastramos desde antes de que estallara esta crisis. La altísima temporalidad y la parcialidad no deseada, la precariedad en la que están instaladas gran parte de las mujeres y los jóvenes, y la cronificación del desempleo. Esos son nuestros retos, y en eso nos vamos a volcar. Necesitamos un nuevo Estatuto de los Trabajadores que ponga coto a esas formas de contratación que impiden un proyecto de vida. Esperamos que sea posible el acuerdo en la Mesa de Diálogo Social en España.
En Euskadi nos preparamos:
- con una Estrategia para una década por un empleo de calidad, inclusivo e igualitario, que cuenta con las aportaciones de todos los grupos parlamentarios.
- Estamos dando la vuelta a Lanbide para que sea eficaz en la cualificacion y colocación de las personas.
- Tenemos en marcha los grupos de trabajo de la Mesa de Dialogo Social con nuevas iniciativas
- Hemos diseñado programas nuevos para atraer a las mujeres a sectores masculinizados, para rescatar a trabajadores de empresas en crisis, para dar oportunidades a los jóvenes, para formar en nuevos nichos de empleo.
- tenemos las bases de un plan estratégico de legislatura y tenemos las bases de una Ley para un sistema Vasco de Empleo.
La base es sólida: el descenso del paro es consistente y constante desde septiembre. El tejido económico, tanto empresas como trabajadores, ha sufrido muchísimo, pero hay en marcha proyectos de futuro y unos recursos añadidos a través de los fondos europeos. Una enorme oportunidad que queremos aprovechar con un mayor esfuerzo inversor en lo público, en nuevos programas que permitan incorporar al trabajo decente a quienes todavía no lo tienen.
Y si hemos sabido resistir en esta respuesta sin precedentes, tenemos que sacar lecciones de lo vivido. La principal lección: el valor de lo público y el diálogo social como fórmula de éxito. Es una reflexión que quiero compartir tanto con la representación de los empresarios como de los sindicatos más representativos. Esa conversación fue el primer hito en mi agenda cuando hace un año asumí la responsabilidad como vicelehendakari y es lo que quiero hacer al empezar el curso. El empleo de calidad y unos presupuestos ambiciosos son los retos inmediatos, y de ello quiero hablar con los agentes sociales en los próximos días.