El Gobierno Vasco comienza a entregar los cuadernos de memoria y reconocimiento a las familias de víctimas de ETA cuyos casos no se han resuelto

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  • El acto se ha celebrado esta tarde en la Biblioteca de la Universidad de Deusto, en Bilbao, con la presencia de una veintena de familias de víctimas del terrorismo entre los años 1968 y 1979
  • La consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, ha reconocido que “no podemos devolveros la vida, pero sí restituiros la dignidad”
  • Familiares de Argimiro García Estevez, Epifanio Benito Vidal Vázquez y Jesús María Colomo Rodríguez han tomado la palabra

Bilbao, 17/12/2021

“No sois seres anónimos, conceptos y entelequias a las que ETA quiso borrar de la faz de este país. Sois personas, personas de carne y hueso”. La consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, se ha referido con estas palabras a las 86 víctimas a quienes ETA sesgó su vida entre 1968 y 1979 y sus casos no han sido resueltos. Ante familiares de una veintena de estas víctimas, Artolazabal ha reconocido que “no podemos devolveros la vida, pero sí restituiros la dignidad”.

La Biblioteca de la Universidad de Deusto, en Bilbao, ha sido escenario esta tarde del acto de entrega de los Cuadernos de Memoria y Reconocimiento, que ha elaborado la Dirección de Derechos Humanos, Víctimas y Diversidad del Departamento de Artolazabal en colaboración con la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT). Al acto, presidido por la consejera, han asistido familiares de una veintena de las 86 víctimas, así como el viceconsejero de Derechos Humanos, Jose Antonio Rodríguez Ranz; la directora de Derechos Humanos, Víctimas y Diversidad, Monika Hernando; la presidenta de la AVT, María Teresa Araluce; su consejero Miguel Folguera y su asesora jurídica Carmen Ladrón de Guevara.

Antes de comenzar el acto se ha guardado un minuto de silencio en memoria de todas las víctimas, momentos después de que la consejera Beatriz Artolazabal recordara que también un 17 de diciembre fueron asesinados Luis Santos Hernández y Argimiro García Estévez, ambos en 1974 y en Arrasate, y Diego Fernández-Montes, en 1978 en Donostia.

Los 86 Cuadernos de Memoria y Reconocimiento recogen en un dossier quiénes fueron, cómo vivieron y cómo murieron las víctimas del terrorismo de ETA entre 1968 y 1979, así como diverso material gráfico proporcionado por familiares con la ayuda de AVT. Asimismo, se incluye un documento firmado por el Lehendakari Iñigo Urkullu, en el que expresa “solemnemente el reconocimiento institucional del Gobierno Vasco” a la familia de la víctima como “una contribución al derecho a la verdad y a la justicia” y subraya la injusticia de cada asesinato. En el documento, el Lehendakari comparte “con toda su familia y sus personas más queridas el recuerdo, reconocimiento y homenaje a una persona que vio injustamente truncado su derecho a la vida”.  El texto concluye diciendo que “mantener su memoria contribuye a evitar que algo parecido pueda volver a repetirse”.

Actualmente, el Gobierno Vasco sigue trabajando en otro medio centenar de casos sin resolver.

Derecho a la verdad

Artolazabal ha puesto en valor los Cuadernos, porque “son una contribución a vuestro derecho a la verdad en los casos no resueltos o de esclarecimiento incompleto; os merecéis una verdad con mayúsculas, sin adjetivos. Estos Cuadernos quieren contribuir a esa verdad”.

En esta línea, ha subrayado tres objetivos de esta acción: “Mantener viva vuestra memoria, acompañaros a las familias y reafirmarnos en nuestro firme compromiso con las víctimas del terrorismo”.

Beatriz Artolazabal ha enumerado una a una las localidades donde fueron asesinadas las víctimas como parte de “un mapa imaginario que nunca hubiéramos debido de trazar”. “En estos municipios fueron impune e injustamente asesinados vuestros esposos, padres, hermanos y hermanas, cuñados, amigos…”, ha dicho, al tiempo que ha hablado de la “barbarie y sinrazón” de ETA en los últimos años de la dictadura y los primeros de la democracia.

“Queremos recordaros”, ha proseguido, “como lo que erais: camareros, jueces de Paz, comerciales, guardias civiles, policías nacionales, policías municipales, taxistas, periodistas…”. Este es el sentido de estos Cuadernos de Memoria y Reconocimiento: “Hacer eterna vuestra memoria”.

La consejera Artolazabal ha ofrecido “acompañamiento, cariño y cercanía” a las familias de las víctimas, y ha reconocido una vez más que se trata de “un cariño que durante años no hemos sabido transmitir”. Y ha ahondado: “Creemos que es un deber reconocerlo así”.

En la conclusión de su intervención, Artolazabal ha tenido palabras de reconocimiento para AVT, “a quien los Cuadernos deben buena parte de la información disponible sobre los atentados y los sumarios judiciales”. Finalmente se ha nombrado a las víctimas de los familiares presentes en la sala y ha reconocido que todas ellas “eran ciudadanos y ciudadanas nuestras y, desde hoy, son también memoria de todos y todas”.

Tras un aurresku y la foto de familia, se ha procedido a la segunda parte del acto, que ha contado con los testimonios de tres familias.

Con la periodista Sonia Hernando como conductora de todo el evento, han participado en la charla-coloquio: Jose María García, hijo de Argimiro García, asesinado el 17 de diciembre de 1974; Rosa Vadillo Uranga, viuda de Epifanio Benito Vidal Vázquez, asesinado el 25 de octubre de 1978; y Eulalia Rodríguez, viuda de Jesús María Colomo Rodríguez, asesinado el 21 de julio de 1979.  

Los dantzaris de Beti Jai Alai Dantza Taldea Jon de la Hera y Alazne Zabala han bailado el aurresku, mientras que sus músicos Jose Bixente Arriola y Javi Mugerza han interpretado el Agur Jaunak durante el minuto de silencio.

Por su parte, el trío de cuerda Euterpe ha interpretado diferentes piezas musicales a lo largo del acto como El Oboe de Gabriel, de Ennio Morricone, al inicio del mismo; y Canon de Pachelbel; Hallelujah, de Leonard Cohen; Air de Bach y Cavallería rusticana, de Pietro Mascagni, en el momento de entrega de los Cuadernos. El acto ha concluido con su interpretación de Viva la vida, de Cold Play.