Hablar de Echemar es hablar de una de las mayores empresas de transportes de Euskadi. Considerada incluso en su día (2015) por Michelin como el ‘Mejor Transportistas del Mundo’, lo que sin duda representa una buena carta de presentación para dar a conocer a una empresa familiar que ha revolucionado el sector con un modelo de negocio distinto. Un modelo cuya rentabilidad está basada en la compra de camiones y en contar con personal propio, no autónomo. Con sede en la localidad guipuzcoana de Lezo, esta compañía cuenta a día de hoy con 300 camiones y 400 remolques que ella misma diseña para optimizar eficiencias, una plantilla de más de 300 personas y una facturación de 40 millones de euros. Cifras de relevancia alejadas, eso sí, de las de sus orígenes, hace casi medio siglo, cuando arrancó con tres socios y una muy reducida flota de camiones. En el camino, entre el entonces y el ahora, “trabajo, resistencia y tesón”, reconoce su actual gerente, Josema Echarri.
¿Dónde comenzó todo?
Fue José María Echarri quien fundó Echemar junto a dos socios. Esta idea surgió porque el tío de José María, Manuel Marculeta, tenía junto con sus hermanos una empresa de transporte, Trasportes Marculeta. Como era habitual en el sector en aquella época, el transporte se organizaba a través de agencias que, situadas en los centros urbanos de las principales localidades, era donde se depositaban las mercancías a transportar o transportadas. En concreto, Transportes Marculeta tenía agencias en Madrid, Pamplona, Barcelona y Bilbao. En este contexto, a mediados de los 70, José María se inició en el transporte comprando un camión después de la mili y trabajando en parte para su tío, gracias a lo cual adquirió la experiencia que le permitiría en 1974 junto con dos compañeros fundar la empresa.
Al cabo de poco tiempo, uno de los socios abandonó el proyecto…
Por esos años, Manuel Marculeta fundó con un socio minoritario transportes Coneuropa que, a diferencia de Transportes Marculeta, centraba su ámbito de actuación a nivel europeo. Esta empresa creció de forma importante en los años 80 y llegó a tener cien camiones en Madrid, Pamplona e Irún. En un momento de crisis, José María Echarri con el ánimo de dar apoyo a su tío, asumió la gestión de Coneuropa lo que le permitió adquirir un conocimiento sobre la gestión del transporte internacional.
Afortunadamente, en paralelo, José María continuaba gestionando la agencia Echemar…
La actividad de la empresa requería que sus clientes nos atribuyesen el transporte nacional de los palets que, depositados en Irún tras su llegada por ferrocarril o por camión a la aduana, tenía que ser distribuidos por España. Fruto del crecimiento habido en los años 80, la agencia se traslada desde la calle Elcano en Irún hasta la zona industrial de Belaskoenea. Esta nueva localización nos permitió instalarnos más cómodamente en dos naves y tener más espacio para poder crecer en el ámbito del transporte nacional.
Por esos años es cuando entras en la escena de la empresa familiar…
Estudié en Lasalle de Irún y luego el bachillerato en el colegio Jesuitas de Donostia. Y desde los 14 años me pasaba los veranos en la empresa, pero en el de 1990 todo fue distinto…
¿Por qué?
Porque todos los veranos trabajaba con mi padre pero no me pagaba. Así que llegó el de ese año y le dije: “Si no me pagas, me voy”. Me preguntó: “¿Qué quieres?, ¿una moto?”, pero no, yo quería cobrar por mi trabajo, no un regalo; así que me fui a trabajar a Carrefour, de reponedor. Me hicieron un contrato. Les di algunas ideas y me cogieron hasta navidades para reponer juguetes.
Decidió después volar solo, salir al extranjero a conocer idiomas y a estudiar, por qué no, el devenir europeo del sector del transporte…
En el colegio había estudiado francés, pero no tenía ni idea de inglés. Gracias al dinero ahorrado durante esos seis meses, me subí a un camión y me fui a Exeter -Gran Bretaña- a aprender inglés. Estuve seis meses sin tener ni idea de inglés, aprendiendo y a través de unos amigos, encontré la posibilidad de entrar en un programa internacional que había en la Universidad de Oxford para acceder a una formación extremadamente innovadora en aquel momento, con estancias formativas en Barcelona, Toulouse (Francia), Oxford y Barcelona entre 1992 y 1995.
Y ahí surgió el germen que permitió, años después, refundar Echemar…
Podría decirse que fue así, sí… Empecé a ver que algo venía. Tras la crisis del 2008 los camiones eran cada vez más viejos, los autónomos no invertían en camiones. Empezamos a hacerles anticipos para que se comprasen camiones, para que renovaran su flota… A través de lo que observaba en algunos clientes como Michelin, me di cuenta de que algo iba a pasar con el tema ecológico.
¿Acertó?
Cuando las empresas del sector aún continuaban centrando su gestión en maximizar el margen comercial, entendimos que lo medioambiental iba a ser importante, por eso apostamos por la compra de camiones propios para dotarnos de una flota que pudiésemos controlar directamente y estuviera preparada para lo que entendíamos era el futuro del sector: el transporte sostenible.
Tratar de convencer de que ese cambio de sistema y de modelo de negocio en un sector tan convencional era inevitable no tuvo que ser fácil…
Fue muy complicado, porque romper con las inercias cuesta mucho y vencer los miedos es algo que genera mucho rechazo. Fue una época dura de convencer a gente que llevaba muchos años para cambiar sus condiciones con base en la negociación, pero es lo que me permitió mantener la empresa aquí en lugar de abrir oficinas en otros sitios como hacían otras empresas. Yo quería crear riqueza en mi territorio.
Así que les dio por comprar camiones eficientes…
Un camión consume 35 litros cada 100 de media en el sector, mientras que la media de los nuestros es más eficiente (28 l). A día de hoy tenemos 300 cabinas con la dotación más completa del mercado y 400 remolques que diseñamos nosotros mismos para optimizar eficiencias. El chasis, por ejemoplo, se fabrica en Zaragoza y la carrocería en Pamplona, pero el diseño es propio. Con un formato más adaptable y flexible, los remolques son menos resistentes y más aerodinámicos. La convicción es que un remolque más eficiente, permite ser más sostenible y más competitivo en un mercado cada vez más exigente
¿Cómo una empresa de aquí, pagando sus impuestos aquí, puede competir contra las empresas de transporte low cost?
Esas empresas ya no lo son tal porque sus chóferes, si no cobran más, no trabajan. Otra cosa es la regulación de impuestos o “flotas fantasmas” que operan por Europa porque diferentes lobbies necesitan mantener los precios de mercado a la baja. Ofreciendo calidad en el servicio se puede competir en cualquier parte. El Paquete de Movilidad Europeo está afectado ya que a partir de marzo de este año, por ejemplo, un camión matriculado en Bulgaria tiene que volver a este país por lo menos una vez cada 5 ó 6 semanas, y eso se está notando absolutamente en el mercado. Hay una falta importante de camiones por este y otros motivos. Y Gipuzkoa es un enclave estratégico.
¿Qué demanda el sector?
Lo primero reconocimiento y después respeto. No podemos leer en prensa cuántos peajes nos van a poner en el año tal o cual… Podemos estar de acuerdo en pagar peajes pero necesitamos también unas infraestructuras en condiciones. No puedes abonar y luego estar cuatro horas en un atasco en Behobia. Creo que el tema de los peajes se ha enquistado y no es aceptable que un departamento con cargos públicos tenga ya un enfrentamiento personal con el sector. No es admisible. No puede estar un camionero esperando horas y horas porque el cliente “no tiene gente” o “tiene mucho trabajo”… Eso no puede ser. Y si esto ocurre, hay que pagarlo. Con las nuevas tecnologías calculamos cada camión desde que llega al cliente hasta que sale y a partir de ahora todo esto va a cambiar y los clientes van a tener que pagar todas estas esperas por ley. Pero nosotros también tendremos que cumplir con la hora de llegada establecida y dar un servicio de calidad. Y si llegamos tarde sin una causa justificada ser también penalizado.
La circulación en domingo es otra de sus viejas reivindicaciones…
A nosotros que hacemos transporte internacional nos gustaría poder circular los domingos. Los frigoríficos pueden hacerlo pero las lonas no. Un chófer puede dejar el camión cargado el viernes, hacer una pausa en su casa y poder salir el domingo para París. Esto haría más atractiva la profesión “local”. La gente no quiere pasar un fin de semana en un parking, es una de las grandes causas de la falta de conductores. Es normal.
¿Por qué tomaron la decisión de tener choferes propios en Echemar?
Los camiones son un gran generador de datos. Acerca del rendimiento del camión cuando consume, la velocidad, los tiempos de descanso… Pero ahora usamos nuestros camiones para conectarnos a nuestros clientes. Es la era de la digitalización y eso lo puedes hacer con medios propios. Para optimizar las rutas, medir la huella de carbono, estamos en una nueva era donde los clientes quieren ver en tiempo real donde están los camiones. Pero a su vez nuestros camiones son la imagen de nuestros clientes y por ello quieren garantizar su trazabilidad y que, por ejemplo, el conductor tenga un contrato de trabajo, esté dado de alta en la Seguridad Social … El cliente ya no quiere sorpresas.
En alguna ocasión ha señalado que parece un modelo de locos…
Así es, porque todas las empresas huyen de la carga social pero también es algo a mejorar en nuestra sociedad. Si una empresa necesita un mantenimiento de un electricista, que lo contrate. Luego pasa lo que pasa con los accidentes laborales y todo por la precariedad. Recuerdo un cliente al que le hicimos un análisis de sus entregas y resulta que el 80% eran los viernes y los lunes. Cuando le dijimos que tendría que pagar esos camiones de fin de semana su respuesta fue que algunas entregas no eran necesarias el lunes, que podían ser el martes. Y todo esto gracias al big data. Si el cliente no se adapta a los conductores no van a tener camiones.
El chófer, por tanto, en el centro de todo…
Todas las empresas ponen en el centro a sus clientes. Todo por el cliente, nos desvivimos por nuestros clientes, pero resulta que nosotros nos desvivimos por nuestros chóferes. Si nuestros clientes no tratan o abusan de nuestros conductores no tenemos conductores así que tenemos que valorar los clientes que no tienen esto en cuenta. Tenemos que buscar soluciones entre todos para mejorar la profesión. Es un mensaje muy importante a la industria. Si no valoras a tu transportista no tienes transportista.
Siempre han asegurado que todo es fruto de la educación que han recibido…
Así es. Para bien o para mal, nos han educado de esta forma, por lo tanto, todo lo que predecíamos hace una década se está cumpliendo, y eso no es casualidad. Somos, y estamos orgullosos, de ser una empresa enraizada, anclada en su comunidad, que, con humildad, pero sin complejos, se sienta en la mesa con grandes jugadores internacionales dispuesta a colaborar en un transporte cada vez más sostenible, fiel a sus orígenes de empresa de transporte de Gipuzkoa.