Getxo acoge la exposición itinerante Bosteko y muestra las obras de María Alonso Páez, Gorka Gondra y Víctor Arrizabalaga

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PRUEBA

La vigésimo sexta edición de la exposición itinerante «Bosteko 23» continua su andadura y realiza su tercera parada en Getxo. La muestra, titulada ‘Del caos al cosmos: paisajes del universo’, muestra hasta el 19 de noviembre las obras de María Alonso Páez, Gorka Gondra y Víctor Arrizabalaga en Romo Kultur Etxea.

La vigesimosexta edición de Bosteko inició su andadura en Arrigorriaga, para pasar posteriormente el testigo a Basauri. Después de Getxo, Amorebieta-Etxano acogerá la muestra del 22 de noviembre al 12 de diciembre, y Leioa será el último municipio en el que recalará esta muestra, del 15 de diciembre al 6 de enero.

La programación de la exposición itinerante Bosteko 23 ha sido posible gracias al trabajo coordinado de los Ayuntamientos de Arrigorriaga, Basauri, Getxo, Amorebieta-Etxano y Leioa, junto con el apoyo de la Diputación Foral de Bizkaia.

‘Del caos al Cosmos: Paisajes del Universo’

Desde la Antigua Grecia, el término «caos», que da comienzo al título de la exposición (‘Del caos al cosmos: paisajes del universo’), se vincula con el desorden existente en el estado original del universo y, por ende, con el vacío que precedió a la formación del cosmos, donde la materia venía escenificada por su articulación abstracta e informal. A partir de aquí se gestaron distintas estructuras y composiciones estelares que comprenderían la ordenación del propio universo, siendo establecido como cosmos. Si en un principio se encontraba el vacío primordial, la evolución del universo se iría alejando de la confusión inicial para orientarse al orden, es decir, se engendró un tránsito del caos al cosmos, donde cada elemento comenzaría a disponer de su propio lugar, bajo una razón sujeta a la ley de causa y efecto.

Este caos aparece simbolizado en la pintura de María Alonso Páez (Getxo, 1959) que del mismo modo conexiona con la entropía al analizar el grado de desorden y de confusión existente en la naturaleza, y con el segundo principio de la termodinámica en base al desconcierto inherente a un sistema. Desde este caos primigenio, el universo tiende hacia una ponderación y equilibrio, factores que son simbolizados por las obras abstractas de carácter geométrico de Gorka Gondra (Mungia, 1978) y las piezas más orgánicas de Víctor Arrizabalaga (Mañaria, 1957), mediante propuestas que permiten enmarcar la ecuanimidad y estabilidad latentes en el universo.

Ambos principios caos-cosmos son inseparables, por este motivo, se aglutinan bajo esta premisa conceptual las propuestas artísticas. Las fuerzas existentes del universo expresadas mediante este binomio alterno infunden la creación de formas estelares y a su vez su propia destrucción, generándose la dispersión de la energía y su consiguiente representación informal y caótica, lo que nuevamente resulta avalado por los paisajes sidéreos de la pintora getxotarra, en definitiva, sistemas ordenados que son desintegrados en un nuevo caos. Este mismo ciclo constructivo y destructivo del universo se asume simbólicamente en esta muestra expositiva, ya que del caos se evoluciona al orden para nuevamente recabar en desorden y comenzar de manera interrumpida este ciclo espacial.

Tal y como se entiende en los ámbitos astronómicos las emanaciones gaseosas galácticas que se dirigen en todas las orientaciones suelen ser inicialmente caóticas, de ahí que la pintura de María Alonso Páez revele este mismo proceso, y a la vez se exteriorice cómo el magma desde donde surge toda forma, resultando el exordio que impulsa a un sistema hacia un tipo de dominio más complejo. El caos hace posible la transición hacia el mismo orden cósmico, lo que viene impulsado de manera representativa por las propuestas de Gorka Gondra y Víctor Arrizabalaga. Estos autores basan su estética en una conformación abstracta en sus variantes geométrica y orgánica, es decir, en un lenguaje conformado por sistemas estructurales entre las distintas secciones que lo integran.

Artistas

María Alonso Páez

María Alonso Páez (Getxo, 1959) comienza su carrera pictórica a temprana edad, ya que procede de familia de artistas, quedando unida a esta actividad durante el resto de su evolución profesional, traspasando diferentes investigaciones en torno a la forma, el color, para finalmente derivar de una manera prolongada y duradera por la pintura matérica y su conexión con los exponenciales cromáticos de pigmentos naturales.

Su conocimiento y estudio de la pintura han ido acompañados del autodidactismo y de la necesidad de viajar desde los años ochenta por diferentes lugares del mundo. En especial, la artista remarca la importancia de sus estancias en distintos monasterios a los pies del Himalaya, ubicados en países como India, Nepal y Bután, lo que ha enriquecido su visión artística e intelectual, y por ende ha quedado reflejada en la creación de sus pinturas.

Un destacable número de series de la artista getxotarra remiten a argumentos mitológicos, siendo una de ellas la que se centra en la temática del caos, como origen y creación demiúrgica de la materia, es decir, el origen del propio universo, que en su evolución da paso a la sustanciación de posteriores formas siderales. Sus composiciones primitivas y originarias, como referente de inicio y germen de la expansión y concreción de los cuerpos celestes, se asumen de manera simbólica mediante una aplicación abstracta.

GORKA GONDRA

Gorka Gondra (Mungia, 1978) ha estudiado Artes Aplicadas y Diseño Gráfico en Shillington College (Nueva York), lo que le ha permitido no sólo concentrarse en una carrera pictórica, sino también trabajar como diseñador multidisciplinar, abordando distintos proyectos, algunos de los cuales asumen la dimensión internacional. De hecho, ha vivido y trabajado en Estados Unidos, Suiza, Países Bajos y Oriente Medio, entre otros. En la actualidad, reside en Bilbao.

Su camino pictórico está repartido en formatos de diferentes dimensiones, ya que abarcar y sobredimensionar las composiciones planteadas no se presenta como un problema, sino como una realidad que es subyugada y articulada sin grandes obstáculos. A partir de aquí, ha mantenido una constancia formal y compositiva en sus propuestas de carácter abstracto y geométrico.

Tanto las propuestas reduccionistas en torno al blanco-negro, a modo de juegos antagónicos y a la vez necesarios para su propia existencia, como con las constantes de mayor diversidad visual, permite acontecer distintos procesos formativos de cuerpos estelares en base a cromatismos vinculados con fenómenos y fuerzas latentes en el universo. Desde la conjunción de sus planteamientos más reticulares hasta la presencia de formas circulares, todo se enmarca dentro de un ordenamiento mayor. Incluso, estas últimas estructuras vienen marcadas en determinadas zonas por alternancias cromáticas de carácter radiante, tanto en amarillo como en rojo, aludiendo a los haces de luz que vibran desde diferentes puntos del espacio.

Víctor Arrizabalaga

Víctor Arrizabalaga (Mañaria, 1957) obtiene la licenciatura en Ciencias Económicas y Empresariales en 1980 por la Universidad del País Vasco y posteriormente el título de Doctor en Bellas Artes en el año 2015 por la misma institución mediante la defensa de la tesis doctoral El coleccionismo de arte en Bizkaia y Álava durante el siglo XX.

La trayectoria del artista es tan dilatada como diversificada en sus formatos, técnicas y temáticas. No sólo combina el apartado pictórico con el escultórico, sino que igualmente transita por campos relacionados con el diseño y sus respectivas alternancias híbridas, que avalan la necesidad de ampliar horizontes y procesos de investigación.

Sin miedo a las magnitudes, procede a elaborar piezas de reducidas dimensiones a proyectos que adquieren la categoría de esculturas públicas, donde la exigencia técnica aumenta cuantitativamente, siendo el acero uno de sus principales componentes, material que estudia en sus diferentes posibilidades y variabilidades manipulativas.

En su obra reciente destaca su interés por las letras como signos abstractos objetualizados y su deseo de crear un metalenguaje de carácter escultórico que se mira en el espejo del lenguaje escrito. Las letras se convierten en módulos constructivos que sirven para configurar estructuras arquitectónicas que interrogan sobre las diferentes posibilidades expresivas del lenguaje.

También, el artista se recrea en juegos de estructuración y ondulación de planos, que favorecen la composición de estructuras modulares, que simulan cuerpos celestes y solares con su impacto lumínico y cromático. Este trabajo abstracto-orgánico recaba en la sistematización de secciones caracterizadas por constantes circulares y elípticas, convirtiéndose en una marca esencial de sus propuestas plásticas. Todas ellas refuerzan las permanentes dinámicas de orden y equilibrio en el cosmos, sistemas que enfatizan el sentido matemático de las estructuras y las dimensiones que componen el universo.

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