Conservas de pescado Olasagasti. Aunque la feria torinese tuvo lugar hace un par de meses la traigo a colación ahora, época del año en la que parece que se ensalzan más los valores de las personas, las familias y las empresas.
Tras participar de nuevo en el Salón del Gusto de Turín (Italia), cuna del SlowFood, la familia de Conservas Olasagasti volvimos a casa muy contentos un año más. Esta edición de la popular feria nos ha hecho reflexionar sobre la educación alimentaria, la relación entre alimentos y medio ambiente y el respeto que sentimos hacia el territorio y las tradiciones.
Nos congratula cómo el Salón del Gusto da gran importancia a la transmisión de la experiencia de padres a hijos: el método, el saber hacer y los mejores instrumentos para conectar con el territorio y el mar con el objetivo de obtener sus frutos sin dañarlos. Porque el respeto por la tradición lleva consigo un respeto hacia el medio ambiente y sus ciclos vitales.
Un traspaso de conocimientos de generación en generación que se va enriqueciendo e innovando con el paso del tiempo, manteniendo la calidad aún en estos momentos de crisis, sin caer en guerras de precios tirados sin reglas y sin escrúpulos. Temas que han estado muy presentes y que nos han dado aire y energía porque parecía que estaban hablando de la actividad de Conservas Olasagasti quien protege la vida en el mar cuando pesca,cuida el pescado cuando lo elabora y respeta al cliente ofreciéndole la mejor calidad. Al abrir una lata o un tarro de Bonito del Norte Olasagasti o Anchoa del Cantábrico Olasagasti se transmiten esos valores.
Hemos vivido y apreciado “la Familia como centro” en la feria más influyente del movimiento SlowFood. Valor fundamental en la marca Olasagasti: El nonno Salvatore fue enviado por su padre a Getaria (Gipuzkoa) desde su Sicilia natal. La familia Orlando vivía en el siglo XIX de la pesca y de la elaboración de conserva de anchoas. Así, como tantos otros sicilianos emigrantes en el norte de España, Salvatore contribuyó a la implantación de la actividad conservera de tradición siciliana de salazón del pescado fresco a principios del siglo XX.
Entonces esta técnica no era conocida en el País Vasco aunque el pescado abundaba en el rico Mar Cantábrico. Y por la llegada de aquellos sicilianos se explica que hoy en día viva en la zona un buen puñado de familias con apellidos italianos, portadores de aquella rica cultura conservera.
Salvatore se casó con una típica mujer vasca, elegante y fuerte, con la que tuvo 6 hijos. Él fue uno de los principales actores del inicio de la industrialización del sector conservero y abrió varias fábricas en la costa vasca (Ondárroa, Bermeo, Fuenterrabía, Laredo…). Diversificó la actividad industrial, aunque la más relevante fue la producción y exportación de la anchoa del Cantábrico.
Ignazio Orlando, uno de sus 6 hijos, se trasladó a Italia donde inició a comercializar las conservas en 1960, dando continuidad a la tradición familiar emprendedora en la industria conservera con el actual proyecto de la fábrica de Markina (Bizkaia). Salvatore murió en 1995 en San Sebastián, después de haber visto cómo su hijo y su nieto Matteo daban vida a la marca Olasagasti, apellido de su fiel compañera de vida.
Hoy Matteo Orlando, en Markina (Bizkaia) y sus tres hermanas Cristina, Consuelo y Pilar, en la distribución italiana en Génova, forman la cuarta generación entregada a esta actividad. Una historia de viajes de ida y vuelta España-Italia, de experiencias y conocimiento que se conservan y se alimentan.
Solamente la sabiduría y experiencia ancestrales y nuestro arraigo al territorio, transmitidos de generación en generación en nuestra familia, suponen un empuje vital en nuestra voluntad por hacer las cosas bien. Tanto laconstante inversión en innovación, como nuestros certificados de origen y proceso, el sistema de pesca altamente selectivo y sostenible, y nuestro esfuerzo y pasión por elaborar unas conservas de calidad, son sólo algunos de los puntos firmes representativos de esta voluntad de hacer las cosas bien. Y nuestra lucha por una alimentación sana y por el respeto del ecosistema lo avalan.
Porque un producto tratado con mimo y respeto es más sano y mejor. Ocurre un poco como con los niños: cuando se les sigue de cerca y con cariño son más sanos y más felices. Nosotros, en la elaboración artesanal y tradicional del Bonito del Norte, la Anchoa del Cantábrico, la caballa y el resto de Delicias que preparamos, intentamos con todas nuestras fuerzas hacer las cosas bien. Muy bien.