Fabricar con criterios sostenibles está bien, pero dar una nueva vida a un equipo ya fabricado es aún mejor. Eso es lo que la fabricante vizcaína de bombas centrífugas industriales Emica predica con un ejemplo que ya forma parte del Banco de Casos Prácticos de Innobasque
Las bombas centrífugas son un tipo de bomba hidráulica que transforma energía mecánica en hidráulica para dar presión a un fluido. Es decir, permiten bombear líquidos en grandes caudales y a grandes distancias, lo que las hace fundamentales en muchos sectores industriales, desde el petroquímico al alimentario pasando por el energético. Son tan ‘multiusos’ que, si nos permiten la broma, resultan fundamentales incluso en los atracos más espectaculares. Quienes hayan visto ‘La casa de papel’ lo pillan. A esa variedad de usos finales hay que sumar ventajas como la robustez de su mecanismo o su escaso mantenimiento, factores que hacen que por ellas parezcan no pasar los años.
Pero pasan. Más de 120 lleva, por ejemplo, fabricándolas Emica en su planta de Abanto-Zierbena, una continuidad que sólo es posible si hay voluntad por adaptarse a los cambios. Sólo así se sobrevive a las actividades más dinámicas de una época y un entorno concreto (la minería, la siderurgia y los astilleros de la Bizkaia de inicios del siglo XX) para hacer negocio en cualquier sector industrial y en más de cuarenta países.
Hoy la adaptación pasa por incorporar a la producción criterios de sostenibilidad de manera sistematizada. Es decir, pasa por desarrollar equipos que, siendo más respetuosos con el medioambiente, también resulten más eficientes y económicos. Y ese es el objetivo que esta empresa vizcaína se impuso hace cuatro años; hacer bandera de la innovación para dar una vuelta de tuerca a todas sus bombas y ofrecer mayor valor añadido a los clientes.
Así, Emica ha desarrollado varios proyectos alineados con esta estrategia de entre los que destacan tres: EcoPump, que se sirve del ecodiseño para minimizar el impacto ambiental de la fabricación de una nueva bomba de baja y media presión para la impulsión de líquidos limpios; EPAdis, que se basa en el concepto de producto extendido para optimizar el rendimiento del sistema integrado por la bomba y el motor; y, sobre todo, EMBeR, iniciativa absolutamente pionera en acercar el sector a la economía circular gracias a la remanufactura. O lo que es lo mismo, gracias a soluciones que devuelven a un producto o equipo usado (estropeado, gastado u obsoleto) su rendimiento original garantizando que una vez finalizado el proceso de refabricación éste será equivalente (o mejor) que uno nuevo, pero ahorrando tanto las materias primas como la energía necesaria para producir de cero. Este último proyecto, que dio sus primeros pasos en 2018 de la mano de Ihobe, el Instituto Fraunhofer y Mondragon Unibertsitatea, permite en la actualidad que aproximadamente un 10% de los equipos que sale de la planta de Emica haya sido ‘restaurados’.
Por otra parte, la firma también trabaja en la adaptación, tanto propia como de sus productos, a la digitalización. Por eso, al tiempo que habilitaba un área REMAN (residuos, energía y medio ambiente), modernizaba su banco de ensayos y lo dotaba de sistemas de monitorización que permiten replicar en el proceso de diseño las condiciones reales de funcionamiento que después tendrá cada tipo de bomba, también ha empezado a investigar cómo incorporar las tecnologías digitales a las bombas para lograr que éstas registren datos sobre su funcionamiento y puedan, por ejemplo, anticipar problemas derivados del desgaste de sus componentes.