Sólo tenemos la posibilidad de vivir una vida, aunque a veces tengamos la sensación de que vivimos varias a la vez o de que no vivimos ninguna y asistimos como invitados de honor a la representación de la que tendría que ser la nuestra. Y no es un tema retórico porque me estoy dando cuenta que es un tema que afecta a las personas de todas las edades y con mayor intensidad a partir de los treinta años.
Vayan las cosas bien, regular o mal, en muchas ocasiones nos hacemos un lío con los muchos papeles que nos toca interpretar simultáneamente o con la sensación de que somos una nave sin timón que avanza y avanza sin que podamos fijar el rumbo. Últimamente me encuentro cada vez con más personas que, a pesar de tener una buena situación profesional y estar bien valorados por su entorno o por su empresa, tienen la sensación de que lo que están haciendo no acaba de ir con ellos y que los éxitos, sí los éxitos, se suceden de manera mecánica sin control aparente por su parte y, lo que es más chocante, sin aliento para celebrarlos si no todo lo contrario y en algunos casos, hasta se consideran impostores y temen que algún día se descubra el error.
¿Falta de foco?. Quizás, aunque no sólo el foco define el rumbo, porque a pesar de saber a dónde vamos hemos de tener el valor para ir por el camino adecuado y dejar de lado aquello nos distrae y nos obliga a ir por derroteros, que si los evitamos, emplearemos mejor nuestras energías y tendremos mayor seguridad de que llegaremos a nuestro destino. Es aquí dónde cobra importancia tener bien claro cuál es nuestra misión.
La misión nos habla de las herramientas que utilizaremos para llevar a cabo nuestro sueño, nuestro proyecto vital, nuestra visión.
La misión es instrumental y puede evolucionar y adaptarse a las formas y los tiempos para garantizar que va al unísono con la visión. En tiempos líquidos como los actuales, los cambios y las puestas al día son necesarios y hasta inevitables. La adaptación puede llegar por la vía de la reinvención o a través de la puesta en marcha de nuevos proyectos, cada nuevo proyecto que ponemos en marcha implica una puesta al día, por pequeña que sea, de nuestra misión.
Sin foco, sin visión, no hay misión. Cuando gestionamos nuestra Marca Personal siempre comenzamos buscando cuál es el foco, qué es lo que nos da sentido para definir a continuación que instrumentos hemos de utilizar.
Para poder afrontar un Cambio Personal y Profesional o si queremos emprender un nuevo negocio es importante ver si lo que estamos haciendo en el momento actual está en consonancia con lo que nos da sentido. Durante los años que llevo trabajando con personas que se encuentran en esta situación, he llegado a la conclusión que el mejor indicador es podernos demostrar si lo que queremos hacer nos hace sentir bien, nos hace más felices, porque lo que nos lleva a la felicidad nos conecta con lo que nos da sentido.
Hagamos una relación de posibles caminos a seguir, de nuevas maneras de enfocar nuestra profesión y nuestra vida o de perseguir nuevos proyectos empresariales y preguntémonos cuáles de ellos; caminos o proyectos, nos hacen más felices y encontraremos el criterio inicial de descarte. Sigamos preguntando cuáles entre los restantes nos acercan más al cumplimiento de nuestros sueños para ir descartando el resto. Seguro que no nos equivocaremos y que encontraremos el camino porque estaremos motivados sabiendo que estamos construyendo nuestro camino hacia la felicidad.
Por Jordi Collell. PersonanBrandingQueMarca.