No creo que a los propietarios, con la basura y la falta de higiene con la que estaban sirviendo comidas, se les hubiese ocurrido llamar a Chicote, porque una inspección del exigente chef, hubiese hecho bajar a todos los santos del cielo.
Basura, comida podrida, utensilios para cocinar sin ningún tipo de higiene y un nauseabundo olor en todo el local.
Todo comenzó cuando en una inspección rutinaria, la Policía Municipal de Madrid, interceptó una furgoneta en el Distrito de Chamberí que circulaba sin espejo retrovisor y con la ITV caducada, transportando alimentos frescos sin respetar la cadena de frío.
Al inspeccionar la carga, comprobaron que transportaba alimentos frescos. Este tipo de alimentos requieren de vehículos isotermos, que propició el mal estado de los alimentos, sin ningún sistema de refrigeración que garantizase la cadena de frío y que iban destinados para su consumo en el establecimiento ya precintado. Tras inmovilizar el vehículo, los agentes acompañaron al conductor, dueño del restaurante sito en la calle Santa Juliana para inspeccionarlo.
Cuando los agentes se dirigieron al interior del restaurante, percibieron un fuerte y pestilente olor que procedía de la cocina, observando una suciedad acusada y graves deficiencias en materia de seguridad, sanidad e higiene. Además, el local principal contaba con estancias anexas no reflejadas en la licencia, donde se almacenaban alimentos y todo tipo de género mal conservados.
Solicitaron la colaboración de los inspectores de Sanidad del Ayuntamiento, quienes procedieron a levantar acta de inspección y decretar el precinto de la actividad por riesgo para los consumidores.
