Donosti, a los pies del “Boss”

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43.000 personas llenaban Anoeta, cuatro años después de su última comparecencia en San Sebastián y Bruce Springsteen no se hizo de rogar. Dio, como da siempre, todo de sí.

Bruce Springsteen se hacía con el escenario de Anoeta a las 21.10 horas al grito de «kaixo Donostia», que ha encendido la mecha de un espectáculo de puro rock sin artificios, el rock que el Boss hace tan natural como si le saliera solo y sin esfuerzo.
Poca escenografía, las pantallas gigantes, una bandera estadounidense, y una ikurriña.

Arrancaba con una acelerada «Working on the Highway», a la que le siguió «No Surrender».

Tras «My Love Will Not Let You Down», ha llegó el turno del centro de la gira, The River. Así se ha ido bebiendo a sorbos grandes el mítico álbum que lleva dándole tantos éxitos durante 35 años y enamorándonos a todos, hasta llegar a lo más alto con el beso a su armónica para que suspirara las primeras notas de la eterna The River
Con «Point Black» ha cerrado el tramo dedicado al venerado disco para transitar por terreno firme con una colección de «hits» como «Darlington County», «I’m Going Down», «Waiting on a Sunny Day», «Promised Land» y, «Because the Night», entre otras. Y sus imprescindibles de siempre para el público; «Thunder Road» y «Badlands».

Como al de New Jersey siempre le queda más por dar, sus bises han enardecido al público: «Born in the USA», «Born to Run», «Glory Days», y «Dancing in the Dark», entre otras, para poner el broche con el clásico «Twist and Shout» mezclado con «La Bamba», un festivo recurso que emplea desde hace años para cerrar sus conciertos. Esta vez no, cumplidas las tres horas y media, ha soltado un segundo «bis» con dos temas más.
Impecable, entregado, auténtico, destilando genio y personalidad, Bruce ha puesto Donosti a sus pies, como siempre y para siempre, para cuando él quiera.