Convierte a su gato muerto en un dron, y le coge el gustillo a eso de hacer volar cadáveres de animales

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Bart Jansen es holandés, tiene hijos, coloca paneles solares en los tejados para ganarse la vida y, en su tiempo libre, transforma animales muertos en drones. Su primera pieza vio la luz en 2012, cuando Bart convirtió el cadáver de su gato en un dron al que llamó Orvillecopter.

El artista decidió rendirle un homenaje a Orville, su mascota, luego de ser atropellada. El gato se llamaba así en recuerdo de Orville Wright, un estadounidense que voló en 1903 con un prototipo de avión.

Jansen disecó a su gato, le puso cuatro hélices en las patas y, con ayuda del ingeniero Arjen Beltman, le introdujo un motor operado por un control remoto. El “gato volador” se subastó por 13.500 dólares.

 


Después de crear una avioneta con un pequeño tiburón disecado al que llamó “Sharkjet” y, otros drones con cadáveres de un avestruz y una rata, Bart Jansen piensa en su nuevo proyecto: Mancopter. Un helicóptero hecho con el cadáver de un animal con el tamaño justo para que una persona pueda viajar en su interior. Él ha elegido a una vaca.

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“Nos acaban de llamar de una granja y una vaca murió por causa natural; ya aceptamos su piel, así que estamos en el proceso creativo y de construcción”, nos adelanta el artista holandés sobre el dron que estará listo en unas semanas. “Haremos las pruebas, las grabaremos y subiremos el video a YouTube. Será gracioso”, agrega.

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Debido a la popularidad de sus creaciones, incluido un submarino creado de un tejón muerto, Jansen ha recibido solicitudes de gente que quiere hacer volar a su mascota para recordarla. “Me gusta la idea porque podría dedicarle más tiempo al arte, pero aún no estoy seguro”, dice.