Metro Madrid cuenta con un total de 9.000 cámaras de video vigilancia repartidas por toda la red. De las grabaciones del último año, se han puesto a disposición de la Policía cerca de mil videos útiles para diversas investigaciones.
Carteristas y grafiteros representan la amenaza más habitual mientras y la mayoría de intervenciones las generan las asistencias sanitarias.
Las 9.000 cámaras tienen una función doble: vigilar incidencias que afectan a los viajeros o aquellas que afectan al propio servicio. Están repartidas a través de distintos puntos de la red, tanto en vagones como en puntos fijos. A este despliegue hay que sumarle los 1.500 agentes de vigilancia privada, una Brigada Móvil de la Policía Nacional, una Comisaría en Sol y otra en Nuevos Ministerios.
A la hora de facilitar grabaciones a la Policía se cumple la Ley de Protección de Datos en virtud de la cual, las grabaciones no se conservan más de seis días salvo cuando hay una petición judicial. De los centenares de videos que se ponen a disposición de la Policía, hay muchos que no tienen relación directa con incidentes cometidos dentro de la red de Metro sino con investigaciones de toda índole, algunas de ellas de gran interés mediático.
La mayor parte de las incidencias son sanitarias (desmayos, lipotimias, caídas, lesiones o incluso infartos). Cuando una cámara lo capta, se activa un protocolo de seguridad a través del 112. Lo mismo sucede en caso de incendio, que se da aviso a los bomberos, o con otras situaciones de emergencia como un ascensor que se atasque con personas dentro.