El Gobierno Vasco inicia el proceso de declaración de la fábrica Conservas Ormaza como Bien Cultural de Protección Especial, en la categoría de Monumento

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  • El Boletín Oficial del País Vasco publicó el viernes el expediente que da inicio a este proceso, con el objetivo de reconocer su valor patrimonial y asegurar su conservación.
  • La propuesta de protección destaca que “supuso un punto de inflexión con respecto a las conserveras construidas hasta el momento, pasando del aspecto tradicional a un nuevo estilo moderno”.

Vitoria-Gasteiz, 01/09/2020       

El Boletín Oficial del País Vasco publicó el pasado viernes la resolución por la que se da inicio a la declaración de la fábrica Conservas Ormaza, situada en Bermeo, como Bien Cultural de Protección Especial, con la categoría de Monumento. A través de este trámite se somete a información pública este procedimiento, de manera que las personas interesadas tendrán un plazo de 20 días desde su publicación para presentar alegaciones. Una vez se resuelvan las alegaciones, en caso de que las haya, el Gobierno Vasco aprobará mediante decreto la declaración de la fábrica Conservas Ormaza como Bien Cultural de Protección Especial, asegurando su conservación en condiciones de seguridad y reconociendo su valor patrimonial.

La futura declaración de este enclave como Bien Cultural de Protección Especial reconocerá los valores culturales de este edificio, construido en 1942, “desde el punto de vista histórico, tecnológico, económico, antropológico e industrial”, pero también desde la óptica de su “valor artístico, técnico y arquitectónico”. Según se recoge en la propuesta de protección, la construcción de este edificio, obra de Pedro Ispizua, “supuso un punto de inflexión con respecto a las conserveras construidas hasta el momento, pasando del aspecto tradicional a un nuevo estilo moderno”.

Valores culturales

La propuesta de protección aprobada por la dirección de Patrimonio Cultural del Gobierno Vasco define los valores culturales que confieren al edificio una singular relevancia y lo convierten en un monumento de “interés para su reconocimiento y transmisión intergeneracional”.

Los valores culturales del monumento desde el punto de vista histórico, tecnológico, económico, antropológico e industrial son los siguientes:

  • La personal revolución que, desde el punto de vista histórico, económico y antropológico, supuso para el pueblo bermeotarra el proceso de transformación y conservación del pescado.
  • La incorporación de nuevas tecnologías y avances técnicos ligados al desarrollo de la industria conservera.
  • El cambio de la tipología arquitectónica del edificio, frente al aspecto tradicional de las fábricas del sector, con el que la industria conservera bermeotarra entra en la etapa del Movimiento Moderno.

Los valores culturales del monumento desde el punto de vista artístico, técnico y arquitectónico son los siguientes:

  • La pervivencia de las líneas arquitectónicas racionalistas y funcionales, que combinan elementos iconográficos y cierto grado de monumentalidad.
  • La sencillez y conexión funcional, que responde al esquema de empresa tradicional familiar, con un programa mixto residencial-industrial.
  • La configuración en esquina, que le dota de gran expresividad y dinamismo, adecuándose y potenciando la morfología de la calle.
  • Los materiales utilizados: el ladrillo, que evoca la época de la primera Revolución Industrial, y el hormigón, material moderno.

El expediente establece los criterios generales para intervenir en este edificio, subrayando que el uso al que se destine el bien protegido deberá ser compatible con los valores objeto de protección, garantizando en todo caso su conservación y puesta en valor. Asimismo, señala que las intervenciones serán las mínimas indispensables para asegurar la transmisión de los valores culturales de los que es portador el bien afecto al presente régimen de protección y la reversibilidad de los procedimientos que se apliquen. El expediente especifica también cuáles serán las intervenciones constructivas permitidas y enumera los elementos generadores de contaminación visual y/o acústica.

La delimitación

En cuanto a la delimitación del entorno protegido, la propuesta incluye únicamente al propio edificio, debido a que se encuentra en un suelo urbano con un entorno edificado en su mayoría. Así, el área de la delimitación queda definida por los límites que marca el perímetro de su edificación. La delimitación propuesta viene justificada por la necesidad de preservar los valores ambientales y visuales del edificio de Conservas Ormaza. Esa delimitación es necesaria para la debida protección y puesta en valor del bien a fin de preservar el carácter propio del inmueble.

La construcción

El edificio de Conservas Ormaza se ubica al suroeste del casco histórico de Bermeo, en la calle Askatasun Bidea. El edificio está vinculado a una época en la que comenzaron a proliferar en Bermeo inmuebles dedicados exclusivamente a la actividad transformadora y conservera (una fase que comienza en 1910).  La empresa Conservas Ormaza fue fundada por Ruperto Ormaza, en 1923, aunque fue su hijo Antón Ormaza quien se encargó de la empresa desde 1941. Un año después se construyó el edificio objeto de esta eventual protección, rompiendo de la mano de Pedro Ispizua con la línea de las conserveras construidas hasta entonces.

Nacido en 1895 en esta localidad portuaria, Ispizua fue en palabras del arquitecto y escritor Elías Mas Serra, “una de las personalidades más atrayentes, dentro del panorama de la Arquitectura Vasca en el siglo XX”, un arquitecto definido por un “carácter ecléctico”. La arquitectura de Pedro Ispizua, según Mas, “constituye una obra difícilmente superable por la amplitud temporal y temática de la misma y por la calidad formal de sus propuestas”. Por ello, “es difícil enclavar a Ispizua en un estilo o movimiento determinado, ya que su obra parte de un lenguaje regionalista que evoluciona a otros movimientos como el Art Decó, el racionalismo, expresionismo, etc”.

En el momento en el que se diseñó y construyó el edificio de Conservas Ormaza, la obra de Ispizua se encontraba en un momento de maduración, “denominada en su monografía como ‘eclecticismo triunfante’, en la cual, tras el anterior episodio racionalista, se produce “el despliegue definitivo del eclecticismo”. De esta manera, la obra “heredera del racionalismo, fusiona una imagen austera y desornamentada que funde una cierta dosis de clasicismo y acento decorativo”.

El edificio está formado por un programa mixto industrial-residencial, incidiendo en el carácter de economía familiar. El cuerpo que conforma la residencia y el otro volumen anexo que hace de ‘antesala’ a lo que era la nave de elaboración (hoy en día desparecida) componen el frente sur de lo que era el conjunto original hacia la actual calle Askatasun Bidea. La nave, que se adosaba a la fachada posterior de los otros dos volúmenes, se extendía hasta el fondo del solar. Actualmente, el derribo de la nave ha dejado una amplia zona vacía en este solar.

El hecho de que el edificio de la fábrica Ormaza “se adecúe a la morfología de la calle, potenciando la curvatura que se produce justo en su emplazamiento, a través de la creación de un edificio irregular, fingiendo que se construye en esquina, supone un valor añadido y que revaloriza la obra”. Impulsar y estimular el elemento urbano a través de las formas es lo que la historiadora Amaia Apraiz define como “una de las mayores aportaciones de esta fábrica a la Historia de la Arquitectura en el País Vasco”.